lunes, 8 de agosto de 2016

Juntos A La Par: Capítulo 27

—¡Te odio! Estabas lastimando a Pau y por tu culpa yo tuve que ir al hospital y allí me lastimaron también a mí. Tú me sacaste de mi casa y me llevaste a ese horrible hospital. Por tu culpa me operaron y me pusieron todas esas agujas, y el doctor dijo que no me dolerían y sí me dolieron… ¡eres malo y te odio!

—¡Mati, hijo, no fue así, por favor!

Las lágrimas corrían abundantes por las mejillas del pequeño. Intentó limpiarlas con sus manitas. Pedro extrajo un pañuelo de su bolsillo.

—Toma —le dijo con ternura—. Déjame limpiarte los ojos. Mati, yo puedo explicártelo todo.

Pero el niño no entendía razones, se desprendió de la mano de su padre que intentaba acercarlo a él y corrió hacia la puerta. El eco de sus rápidas pisadas era lo único que se escuchaba, aparte del tamborileo incesante de la lluvia.

Pedro se sentó en la orilla de la cama y se volvió hacia Paula, quien se encontraba blanca como un papel.

—Los doctores y yo le explicamos acerca de su enfermedad. Creí que había comprendido, pero ahora me doy cuenta de que no entendió una sola palabra —se alisó los cabellos—. Todo este tiempo ha estado culpándome por la operación, no me extraña que sienta odio.

—Pero ahora que lo ha dicho, tal vez sea posible que puedas hacerle comprender, Pedro. Ve a alcanzarlo.

—Sí… ¿Te sientes bien? —preguntó levantándose.

—Sólo acércame mi silla por si la necesito. Así lo hizo y le dijo:

—Te haré saber qué es lo que pasa, Pau. Quizá esta sea la oportunidad que estábamos esperando.

Caminó hacia la puerta como si estuviera mareado, tomó la chaqueta y salió a buscar a su hijo.

Por unos minutos, Paula se quedó como paralizada, su mente aún no podía asimilar todo lo que había pasado. Primero la proposición de Pedro; después, la terrible aversión hacia sus caricias y por último esa escena con Mateo apareciendo como por arte de magia totalmente fuera de sí. Esperaba que al menos esto sirviera para que padre e hijo pudieran suavizar sus diferencias. Demasiado agitada para poder dormir se pasó a su silla y se deslizó hacia la cocina donde puso la tetera a hervir con agua, lo que era usual siempre que no podía dormir. Estaba preparando el té con leche cuando la puerta se abrió en forma violenta. Era Pedro.

—¿Regresó Mateo aquí?

—No, no le he visto, ¿Acaso no lo encuentras?

—No, no está en casa de Alicia ni de Roberto, tampoco en el cobertizo ni en el muelle. ¿Tienes alguna idea de adonde pudo haber ¡do?

—Siempre le ha gustado mucho ir a la casita del faro, pero es seguro que no iría allí, en medio de esta oscuridad…

—Roberto  y yo iremos allí ahora. ¿Querrías ir a casa de Alicia y llamarlo a voces? Pudiera estar escondido por allí y tal vez responderá a tu llamado mejor que al mío.

—Por supuesto. Voy a vestirme y enseguida saldré. Pedro, buena suerte.

—Gracias —y salió apresurado de la cabaña.

Paula se vistió en solo unos segundos, se puso el impermeable y un poncho sobre las piernas. Tomó una antorcha de abajo del lavadero y la encendió. Salió y se dirigió a casa de Alicia. La oscuridad reinaba. El viento corría a gran velocidad, convirtiendo la lluvia en pelotitas que le golpeaban levemente la cara; Paula escuchaba, a lo lejos, el sonido del mar embravecido. Trató de no pensar que Mateo pudiera estar en algún peligro.

3 comentarios:

  1. Wowwwwwwwwwwww, qué fuertes los 5 caps. Qué difícil toda la situación.

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  2. Que no le pase nada a Mateo please!!!

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  3. Ay! no! Ojalá esté todo bien y puedan resolver todo, se merecen los 3 tener una linda familia!

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