—Sigo aquí —repuso él.
—Necesito una cita en tu despacho para el lunes dentro de ocho días. ¿Crees que puedes hacerme un hueco? Hubo un momento de silencio.
—¿Es un asunto legal?
—Ah... sí. Así es. ¿Puedes verme ese día?
—Pau, debo decir que esto me resulta muy extraño.Ella estaba muy de acuerdo con él.
—¿Nos veremos en tu despacho? Hubo otro silencio.
—Por supuesto. Llama a mi secretaria y pide una cita.
—Gracias. ¿Y Pedro...? —él no contestó—. ¿Pedro?
Entonces se dió cuenta de que hablaba sola. Él había colgado.
—Pero a tí te gusta —arguyó Valeria cuando Paula volvió a la cocina y les dijo que no iba a salir con Pedro.
—Y ha cambiado mucho; ahora se ha asentado —añadió su madre—. La mitad de las solteras del pueblo se morirían por salir con él.
—Pues que se lo pida a una de ellas. ¿Y les importaría dejar el tema? ¿Por favor?
—No te entiendo —declaró Valeria—. Nunca te he entendido.
Pedro no lo entendía.Después de lo del jueves, habría jurado que Paula y él estaban en la misma onda, que ella se sentía atraída por él y estaba dispuesta a ver adonde los llevaba aquello.Pero al parecer no era así. No quería salir con él, pero sí quería discutir con él un asunto legal. Aquello no tenía sentido.Lo mejor que podía hacer era olvidarla. Pero no era tan fácil.
El domingo dió paso al lunes y éste al martes y descubrió que pensaba constantemente en ella. Más de una vez se sorprendió con el teléfono en la mano, a punto de marcar el número de casa de sus padres.Pero no lo hizo.¿Para qué? Ella había dejado muy claro que no quería verlo. Analía, su secretaria, le había dicho que había pedido cita para las diez de la mañana del lunes siguiente.
Cuando llegó el viernes, se dijo que era un estúpido y un tonto, pero eso no lo ayudó. Seguía pensando en Paula y seguía deseando la vida que se había atrevido a imaginar que podía tener con ella.Y si ella no quería salir con él, pues tendría que encontrar el modo de hacerle cambiar de idea. No podía rendirse y volverse loco por eso.Tenía que ser más... comprensivo. No debía olvidar que era viuda y que había perdido un marido.Y no sólo eso. Tenía que pensar en lo difícil que debía haber sido para ella dar a luz a Felipe con sólo dieciocho años.Tenía que aceptar que debía ganarse su confianza. Ella lo había pasado mal y había sufrido por culpa de un bastardo que la había dejado embarazada y se había largado y por la pérdida reciente de su marido.El hombre que la conquistara tendría que mostrarse paciente con ella. Sí. Tenía que ir despacio. Porque él sí estaba preparado. Pedro Alfonso estaba al fin dispuesto a invertir tiempo, esfuerzo y cariño para estar con la mujer apropiada.Y si ella no quería salir con él, tendría que buscar otro modo de acercarse. Por ejemplo, la boda de Valeria. Esta lo había invitado y él no pensaba perdérsela por nada en el mundo.
Uyyyyyyyy, me imagino que se viene un bolonqui enorme.
ResponderEliminarMuy buenos capítulos! Ya no falta nada para que se sepa la verdad... No creo que Pedro reaccione bien...
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