domingo, 15 de enero de 2017

Identidad Secreta: Capítulo 61

Le había comprado un anillo y un regalo especial. También había comprado un regalo para Romina y Matías. Y Olivia había elegido una sorpresa para Nico. También llevaban todo lo que sus padres necesitarían mientras cuidaban de Oli durante una semana. Siete días a solas con Pedro. ¿Cómo iba a soportarlo hasta entonces?

Matías extendió el colchón hinchable de matrimonio en el suelo frente a la chimenea de Pedro  y empezó a inflarlo con la bomba de la bicicleta.

—Ya me contarás qué tal resulta todo este asunto —Matías levantó la vista—. Después de que salgáis de la hibernación, puede que Romi y yo los imitemos y celebremos una luna de miel en casa.

—Al menos la primera fue en un hotel con comida y servicio de habitaciones — Pedro había dedicado toda la tarde a cortar leña y aún no había terminado de apilarla.

—¿Quieres que te diga la verdad? —su amigo hizo una pausa.

—Eso siempre.

—Habría preferido quedarme aquí y hacer lo mismo que tú. El viaje fue por Nico.

—Lo sé, pero piensa en los maravillosos recuerdos que guardan de él —colocó el último tronco encima del montón junto a la chimenea—. Uno de estos días, llevaré a mi familia a algún sitio.

—Pau se vió obligada a vivir diez años sin tí—Matías lo miró con severidad— . Yo diría que Oli y ella están más que dispuestas a no separarse de tí. Creo que ha llegado la hora de una cerveza. La última tuya como hombre soltero.

—Lo que tú digas, jefe.




—Por la autoridad que me ha sido concedida, declaro a Paula Chaves y a Pedro Alfonso, marido y mujer. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Puedes besar a la novia.

La novia iba vestida con un traje blanco de seda con botones de perla. Una hilera de perlas idénticas le rodeaba el cuello y en los pies llevaba unos zapatos blancos con tacón de cinco centímetros. A Pedro le parecía demasiado exquisita para tocarla.

—No sé si me atreveré —susurró—. Llevo demasiado tiempo deseando ser tu esposo.

—¿No va a besarla? —la pregunta de Nico que expresaba la perplejidad de Paula, provocó las risas de los asistentes.

El comentario sirvió para que Pedro se relajara y besara a su esposa. Oli fue la primera en romper filas para abrazarse a los novios. El siguiente fue Nico, vestido con su traje negro de etiqueta, idéntico al de su padre y al de Pedro. Después se inició el desfile de familiares y amigos que abarrotaban el salón de Matías transformado por las numerosas flores que lo adornaban. La pequeña lista de invitados prevista inicialmente había crecido considerablemente. Sólo faltaba una cosa.

—Echo de menos a tus padres —Paula le apretó la mano—. Dondequiera que estén, me gustaría pensar que nos están observando.

A los padres de Pedro les habría encantado estar allí. Desde el primer día habían tratado a Paula como a una hija y habrían adorado a su nieta.

—¿Cuándo crees que podríamos marcharnos? —él la atrajo hacia sí para abrazarla.

—Ahora mismo si quieres.

—¿No resultaría descortés?

—Muy descortés.

—Entonces nos quedaremos veinte minutos más —él la abrazó con más fuerza.

—En ese caso, será mejor despedirnos de nuestra hija.

—¿Crees que estará bien? —susurró él.

—Mientras estemos a la vuelta de la esquina, seguro que sí. La pregunta es: ¿Estarás bien tú?

—Qué bien me conoces, Pau.

—No hay ninguna ley que te impida llamarla por teléfono.

—¿Cuántos hombres llaman a sus hijos durante la luna de miel?

—Bueno, yo conozco al menos a uno. El guardabosque jefe de todo el parque, como lo llama Nico, se lo llevó de luna de miel. Y, por cierto nos está mirando y se ríe.

—Y los demás muchachos también. Tenemos que salir de aquí. Busquemos a nuestra hija.

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