lunes, 23 de enero de 2017

Destinados: Capítulo 26

La extraña tensión que vibró entre ellos dejó a Paula sin aliento.

—No sabía que pudiera hacerlo —contestó.

Como llevaba una alianza, ella no se había atrevido a pensar en él como Pedro.

—Ha sido culpa mía, por nuestro desastroso comienzo.

 —¡No, la culpa fue sólo mía! —aclaró ella al instante.

—Pues empecemos de nuevo, ¿Te parece?

Dicho aquello,  centró su atención en Nico y salieron juntos del hotel. Paula los observó mientras se alejaban. El niño estaba tan felíz que iba saltando y brincando. Ella deseó haber sido invitada. Sin embargo, al darse cuenta de que no era sólo porque lo echara de menos, se reprendió a sí misma y se apresuró a ir a su habitación. Al pensar en el día siguiente, recordó que debía reservar hotel en Merced. Lo hizo y, a continuación, telefoneó a sus padres.

—¿Mamá? Pon a papá en el otro receptor. Quiero contaros nuestros planes para mañana.

—Bien. Un momento.

—Hola, guapa —saludó su padre—. Adelante.

—Mañana por mañana a las siete, Nico y yo iremos a lo alto de El Capitán.

—¿Has visto el lugar ya? —preguntó su madre con el corazón encogido.

 —Lo vimos desde la carretera.

—¿Cómo es?

—Voy a hacer una cosa. Les leeré lo que dice el folleto —propuso Paula y tomó un folleto de la mesa—. «El Capitán es un monolito de granito de cuatro mil metros. Los nativos americanos lo llaman Totokanoola, que significa jefe. Los conquistadores españoles lo tradujeron como El Capitán» —explicó y pensó que a Nico le gustaría saber el significado original del nombre indio—. «Hace tiempo se consideraba imposible de escalar y hoy es uno de los lugares más famosos del mundo para la escalada vertical. Tiene dos caras principales, la más famosa llamada La Naríz. Es posible llegar a lo alto caminando por el sendero que pasa junto a las cascadas de Yosemite».

—¿No estarás pensando en llevarlo allí? —preguntó su madre llena de angustia.

—Caminando, no. El guardabosques jefe, Pedro Alfonso, nos acompañará en helicóptero, con el piloto que participó en la misión de rescate.

—¿Es el mismo que estaba a cargo del parque el año pasado? —preguntó su madre con tono de condena.

—Sí —afirmó Paula y respiró hondo—. Desde que lo he conocido, mi punto de vista sobre lo que les pasó a Mariana y a Gonzalo ha cambiado. He sabido que los guardabosques hicieron todo lo posible para advertirlos de que bajaran de El Capitán antes de que llegara la tormenta, pero tú sabes lo tozudo que era Ben cuando se estaba divirtiendo —comentó y se mordió el labio—. Nico es como él.

—Me alegro de que ya no culpes a la gente del parque, cariño —intervino su padre.

—He estado equivocada sobre muchas cosas —replicó Paula, sin contener las lágrimas—. He sido una tonta por no seguir el consejo del doctor Karsh antes. Sólo llevamos aquí unos pocos días y Pedro ya ha cambiado a Nico. Es un hombre muy sensible que también ha sufrido mucho por el accidente —señaló—. Yo tengo total confianza en sus instintos y sé que ayudará a Nico a entender lo que pasó allí arriba, sin asustarlo.

—Yo no estoy tan segura —gimió su madre.

—Yo sí, mamá. Nico quiere respuestas. Ésta es una oportunidad sin precedentes de estar con las dos personas que rescataron los cuerpos de Gonza y Mariana. Si Pedro no puede calmarle los miedos, nadie podrá.

—Yo apuesto por el plan —afirmó su padre y se aclaró la garganta—. Parece como si el jefe del parque hubiera tirado la casa por la ventana para ayudaros.

—Ha sido increíble. El otro día, fueron en helicóptero a la otra punta del parque para buscar búhos.

—¡No lo dices en serio! —gritó su madre.

 —No les lo había dicho para no preocuparlos.

—¿Dónde está Nico ahora?

—Con Pedro. Hemos ido a nadar juntos esta tarde. Ahora está en las oficinas del parque, tomándose una zarzaparrilla en su despacho.

—Parece que se está divirtiendo mucho —dijo su padre, riendo.

—Está pasándolo mejor que nunca.

—¿Y tú, hija?

¿Ella? Era una buena pregunta. Había conocido a un hombre que la había impresionado más que nadie.

—También yo necesitaba esta terapia —admitió Paula—. Y me ha quedado clara una cosa: hice lo correcto al dejar mi trabajo. La vida es demasiado corta para seguir cometiendo errores. Nico me necesita. Quiero ser su madre y planeo encontrar trabajo cerca de casa para que nunca más se sienta abandonado.

Paula escuchó a sus padres llorar de alegría.


—Los llamaré mañana desde Merced.

—Estaremos esperándote, preciosa —dijo su padre.

—¿Y Santiago? —preguntó su madre, aún gimoteando.

Desde que  había empezado a planear su viaje, apenas había pensado en su ex novio.

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