viernes, 27 de enero de 2017

Destinados: Capítulo 36

—Siento no haberte respondido antes. Ha sido un día muy largo —dijo Pedro y, sin más preámbulos, puso a  su amigo al tanto de todo lo que habían hecho—. Nico al fin se calmó y pudo despedirse de mí sin derrumbarse.

—Yo sabía que iba a ser difícil. Antes he hablado con Patricio. Dice que Nico se portó como un campeón allí arriba, pero fue gracias a tí.

—El niño echa de menos a su padre. Ha volcado en mí sus sentimientos de apego, pero estará bien cuando vuelva con sus abuelos.

—Apuesto a que las cosas no van a funcionar entre Paula y su ex. Nico no va a ayudar a que así sea.

—Eso espero yo —contestó Pedro. La mera idea de que alguien más hiciera de padre para Nico le hacía subir la presión sanguínea.

—¿Cuánto te falta para llegar?

—Acabo de atravesar la entrada.

—Entonces, ven directo a mi casa. Veremos el partido y podemos cenar chuletas.

—No quiero comer nada. He perdido el apetito, pero me parece divertido ver el partido. Hasta ahora —se despidió Pedro. Cualquier distracción sería buena con tal de no pensar en Paula.


Cuando Paula entró en el despacho de su jefe en Miami el martes por la mañana, no esperaba encontrarse con su ex novio detrás del escritorio. Nada más verla, él se puso en pie. Después de haber conocido al guardabosques, a ella le pareció que el metro ochenta de Santiago no era una gran altura.

—No te enfades. Le pedí a Juan que me dejara hablar contigo unos minutos — explicó Santiago.

—No estoy enfadada, pero si estás aquí para convencerme de que no dimita, llegas tarde —afirmó Paula.

Los ojos de Santiago delataban su sufrimiento, que parecía sincero.

—¿Te han dicho tus padres que fui a buscarte la semana pasada?

—Sí.

—He venido a decirte que te quiero y quiero que empecemos de cero, pero no sé cómo demostrarte que lo que hice nunca sucederá otra vez —prometió él con ansiedad—. Lo juro, Pau.

—Sé que lo crees —afirmó ella y respiró hondo—. Para tu información, el psiquiatra de Nico me ha aconsejado que explore mis sentimientos por tí. Estaba convencido de que la muerte de Mariana y de Gonzalo fue demasiado cercana a nuestra ruptura y que eso me ha impedido comprender lo que siento.

—Cariño…

Santiago caminó hacia ella. Paula se levantó como un rayo y se puso detrás de la silla. Verlo de nuevo no despertaba su deseo. Al contrario, no quería ni que la tocara. En él veía a un hombre débil que había hecho el amor con su antigua novia días antes de la boda. Las razones eran lo de menos. Quizá no fuera justo compararlo con alguien como Pedro Alfonso, pero no podía imaginar al guardabosques haciendo algo tan imperdonable. Él seguía amando a su esposa muerta tanto como para llevar su alianza. Si eso no era suficiente prueba de su respeto por el matrimonio… Se mirara como se mirara, Pedro era un hombre de honor, se dijo. Cuando ella había descargado en él su rabia y su dolor, él no había reculado. En vez de eso, había hecho lo necesario: buscar a Nico para consolarlo. Esa respuesta había demostrado que Pedro era más hombre que ninguno de los que ella había conocido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario