lunes, 9 de enero de 2017

Identidad Secreta: Capítulo 53

—Jamás quise dejarte ir. La llamada de la otra noche era de Silvio Manning. Mati está al corriente de mi inclusión en el programa de protección de testigos y Sid se inventó un código de emergencia para los tres. Era una precaución necesaria por si éramos vigilados o intervenían nuestros teléfonos. Tenía la esperanza de no tener que utilizarlo nunca, pero…

Paula lo abrazó con más fuerza.

—Nada más irte, Mati vino a buscarme y me llevó al aeródromo. Me dijo que Silvio se reuniría con mi helicóptero en Bishop. El piloto fue informado de una emergencia.

—¿Te dijo algo más?

—Me temo que sí —Pedro hizo una mueca de disgusto y ella se estremeció—. Silvio le avisó de que debía estar preparado por si tuviera que nombrar a otro como ayudante en jefe.

Ella contuvo el aliento.

—Al oírlo, le pedí que diera media vuelta porque Oli y tú se venían conmigo. Ya había estado en el infierno, y había vuelto. De ninguna manera iba a abandonaros otra vez, pero Matías había recibido instrucciones. Silvio quería verme sólo a mí, pero habían puesto en marcha todos los controles de seguridad para que no corrieseis ningún peligro en mi ausencia —la sujetó por los hombros con fuerza—. ¿Te imaginas cómo me sentí al oírlo justo después de que acabaras de aceptar casarte conmigo?

—Te pusiste tan pálido… —susurró ella—. Fue un momento horrible.

—Durante los últimos días he sido retenido por hombres de la contra inteligencia, repasando grabaciones relacionadas con conversaciones relevantes a la colocación de la bomba de Kabul de hace diez años —sus miradas se fundieron en silenciosa comprensión.

—¿Y por qué ahora? ¿Es porque volvemos a estar juntos?

—No, cariño —le aseguró él—. Tiene que ver con Lucas Wiseman.

—Lo recuerdo. Era el israelí de la Universidad de Jerusalén que trabajaba en la excavación.

—Lucas es el otro hombre que escapó a la muerte —Pedro asintió—. Últimamente su nombre aparece en las grabaciones. Parece que tienen pruebas de que se oculta en Israel. Los terroristas, evidentemente, jamás dejaron de buscarlo, ni a mí, pero no tienen ni idea de mi paradero.

—O sea que te siguen buscando…

—Nunca abandonan —apoyó la cabeza de Paula contra su pecho—. Uno de los efectivos más destacados insistió en que el espía que me reconoció antes de que abandonara el ejército cree que me ocultan unos amigos en China. Otro está convencido de que en Pakistán, y un tercero se aferra a la posibilidad de que he vuelto a Estados Unidos, pero tampoco están seguros de que no siga en el ejército.

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