lunes, 30 de enero de 2017

Destinados: Capítulo 47

—¿Donde están enterrados tus padres y tus abuelos?

—Eso es. Habrá un gran espectáculo de fuegos artificiales mañana por la noche.

—¡Bien!

—Tengo reservado un motel en el centro, así podremos pasear e ir a jugar béisbol en el parque local. Más tarde, habrá un desfile.

—¿Podremos verlo? —gritó Nico.

—¡Vamos a estar en él!

Paula lo miró sin comprender.

—¿De verdad? —preguntó Nico, lleno de excitación.

—Sí. Todos los veteranos de la ciudad desfilarán en las carrozas. Paula y tú pueden venir conmigo.

 A ella se le aceleró el pulso.

—¿Qué es un veterano? —quiso saber el niño.

—Alguien que ha trabajado en el ejército. Y, después de eso, habrá una barbacoa con mazorcas de maíz y sandía y se puede comer todo lo que uno quiera. De hecho, hay un concurso de padres e hijos para ver qué equipo puede comer más.

—Me encanta la sandía. ¿Podemos participar?

—Eso pretendo —respondió Pedro y miró a Paula—. ¿Lo apruebas? — preguntó en voz baja.

Nico echaba mucho de menos a su padre y, durante dos días, él podía representar ese papel. Por eso, ella le estaba muy agradecida.

—Nunca olvidará estas vacaciones —susurró ella.

Su respuesta pareció satisfacer a Pedro.

—¡Que todo el mundo se abroche el cinturón!

—¡Yo ya lo tengo!

 —¿Quién tiene hambre? —preguntó,  tras poner el coche en marcha.

 —Yo un poco —dijo Nico.

—Entonces, esperaremos a llegar a Oakhurst para darnos una buena comilona.

—¿Podemos comprar un refresco de zarzaparrilla por el camino?

—A mí me apetece. ¿Y a tí, Paula?

—Me encantaría una zarzaparrilla con helado.

Cuando hubieron salido de aeropuerto,paró en una tienda. Compraron refrescos y Nico los entretuvo con su charla durante el resto del camino hasta Oakhurst.

Pedro los llevó a un motel en la calle principal, junto al parque local. Estacionó delante de uno de los bungalós que rodeaban la piscina. Nico estaba emocionado. No dejó de correr y saltar mientras ellos metían el equipaje en las habitaciones. En la piscina, tenían una selección de juguetes acuáticos perfectos para que los niños estuvieran entretenidos. Como el vuelo desde Miami había sido muy largo, decidieron ir a comer primero y, luego, ir a jugar a la piscina hasta que fuera hora de irse a la cama. Al día siguiente sería la gran fiesta. Todos acordaron que necesitaban descansar bien para estar preparados.

Tras darse una rápida ducha, Paula se puso una blusa sin mangas de color verde esmeralda con una falda blanca que se anudaba a un lado de la cintura. Se había comprado el conjunto, con un par de sandalias blancas, para el viaje. Se cepilló el pelo, que se había cortado a capas, y se puso su carmín de labios de color rosa. Ya estaba lista.

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