lunes, 2 de enero de 2017

Identidad Secreta: Capítulo 29

—En un minuto os lo explicaré todo. Pero primero, ¿Por qué no acompañas a Oli a hablar con su madre? De vuelta, enséñale mi despacho y luego elegid un par de bebidas de la nevera del despacho de tu padre.

—De acuerdo —Nico dejó el regalo sin abrir sobre el escritorio—. ¿Qué quieres beber?

—Zarzaparrilla.

—¡Es mi bebida preferida! ¿Habías estado en el parque alguna vez?

—No.

—¿En qué curso estás?

—En cuarto.

—Eres muy mayor. Yo estoy en primero. ¿Te asustan los osos?

 —Me asustan los osos pardos.

 —No te preocupes, aquí sólo hay osos negros. En Yosemite no hay lobos.

Pedro sonrió al ver marcharse a los niños. Nico iba a ser toda una distracción para Olivia. Suponiendo que Paula le diera manga ancha con las visitas. Apretó los puños con fuerza al pensar que estaba allí fuera, comportándose como si no se conocieran. Resultaba irónico cuando la preciosa mensajera era ni más ni menos que la criatura que habían engendrado juntos.

Aquella mujer no podía haber olvidado las apasionadas madrugadas antes de ir a trabajar. Se turnaban para preparar el desayuno y corrían de vuelta a la cama, incapaces de estar mucho tiempo sin abrazarse. Y en el lugar de excavación tenían que esforzarse por no dar rienda suelta a sus deseos delante de los demás. El carácter abierto y cariñoso de Paula había supuesto una revelación para él. Ninguna otra mujer había sido capaz de motivarlo después. Además, había dado a luz a su preciosa hija. Se sentía maravillado ante la responsabilidad que había asumido en solitario desde la concepción de la niña. Ansiaba formar parte de sus vidas. Añoraba lo que se había perdido. Por mucho que ella luchara contra él, tenía la intención de vivir con ellas la vida que le había sido negada. Mientras pronunciaba el juramento en silencio, la joven que iba a ayudarlo a alcanzar tal felicidad entró en el despacho con Nico y sendas latas de zarzaparrilla. Por el parloteo del niño, éste debía de haberle ofrecido un recorrido turístico completo.

—Hola, cariño. ¿Te ha dado permiso tu madre para que te quedes conmigo?

—Sí —Olivia fijó su mirada en él—. Dice que estará en tu despacho a las dos. Pedro se preguntó si sus padres la acompañarían. Ya era hora de que se conocieran.

—Toma —Nico le entregó el regalo—. Es para tí. Espero que te guste.

—Seguro que sí —Pedro abrió el paquete. Dentro de una caja alargada había un objeto plateado y cilíndrico—. ¿Qué es?

—Es tu varita mágica. El hombre puso tu nombre en el mango. ¿Lo ves?

—¡Me encanta! —Pedro examinó la inscripción grabada, «tío Pepe»—. ¿Cómo sabías que era lo que quería?

—¿Dónde lo conseguiste? —Olivia  la miraba fascinada.

—En la tienda de Harry Potter en Londres. Todos nos compramos una.

—¿Estuviste en Inglaterra?

—¡Redoblemos el trabajo y el afán y arderá el fuego y hervirá el caldero! —con voz misteriosa, Pedro fingió ser un mago—. Enfriémoslo con sangre de mono y estará el hechizo completo y dispuesto.

Los niños se echaron a reír y alguien empezó a aplaudir.

—Vaya, vaya, vaya —Matías estaba en la puerta—. Shakespeare en Hogwarts. Creo que has desaprovechado tu don.

—Mi tutor inglés en Pakistán me obligaba a memorizarlo —Pedro rió—, pero sólo recuerdo las últimas cuatro líneas —frotó la cabeza de Nico con la varita—. Gracias por este estupendo regalo. Voy a dejarlo sobre el escritorio de mi despacho. Cuando los guardabosques se pasen de la raya, les echaré un conjuro.

—No funciona de verdad —sin embargo, el niño miró a su padre—. ¿Verdad, papi?

—Supongo que habrá que esperar a ver qué sucede —bromeó Matías mientras posaba sus ojos en Olivia—. ¿No vas a presentarme a tu nueva amiga, Nico?

—Ésta es Olivia —el niño tomó otro sorbo de su bebida—. El tío Pepe es su padre.

—Se nota el parecido —Matías se agachó delante de la niña—, pero tú eres la guapa de los dos. Encantado de conocerte.

—Gracias —Olivia se ruborizó—. Yo también me alegro de conocerte.

—¿Papá? —Nico se abrazó a su padre—. ¿Qué significa «amnesia»?

—En el caso del tío Pepe —los dos hombre intercambiaron miradas significativas—, significa que tuvo un accidente que lo dejó sin memoria. Cuando despertó en el hospital, no sabía dónde estaba ni quién era.

—¿Tuviste miedo? —el niño, cautivado, estudiaba a su tío con atención.

—Mucho —durante años había sufrido pesadillas en las que Paula era localizada y torturada.

—La madre de Olivia lo creyó muerto —continuó Matías—. Y el otro día sufrió un accidente de helicóptero y el tío Pepe la encontró. De repente lo recordó todo y descubrió para su alegría que Olivia era su hija.

—¿Te alegras de que te haya encontrado tu papá? —Nico miró fijamente a Olivia.

Ella asintió.

—Después de papá y mis abuelos, el tío Pepe es a quien más quiero.

—Lo mismo digo —los ojos de Pedro brillaron al sentir la mano de Olivia en la suya.

—Yo también te quiero —la niña levantó la vista.

Las palabras lo desarmaron y sólo pudo apretar la mano de su hija.

—¿Vas a vivir con él? —preguntó Nico.

—Nadie sabe aún qué va a pasar —Matías se puso en pie—. Por eso ha venido al parque hoy la madre de Olivia—tomó la mano de su hijo—. Y ahora que le has entregado el regalo, volvamos con tu madre y dejemos que Olivia y su padre pasen algún tiempo juntos.

—De acuerdo. Hasta luego, Olivia.

—Hasta luego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario