miércoles, 4 de enero de 2017

Identidad Secreta: Capítulo 35

—Romina, después de esta deliciosa comida, no consentiré que me ayudes a fregar los platos —sentenció Paula.

—Quiero hacerlo. Los chicos están ocupados instalando los aparatos electrónicos en la habitación libre, y me temo que Nico está volviendo loca a Olivia mientras intenta organizar su habitación. Y eso me deja a mí sin nada que hacer. Si me das instrucciones, podría vaciar algunas cajas y empezar a guardar platos, sartenes y ollas en los armarios.

—Si estás segura de que no te importa…

—Pues claro. Esa escayola está en tu brazo por algo. Si nos dejas ayudarte, te habrás instalado enseguida. La casa tampoco es grande.

—No —Paula rió—, pero resulta acogedora y, de momento, es nuestro hogar.

—¿No tienes pensado quedarte mucho tiempo?

—He firmado por un año. El superintendente decidirá si hace falta que me quede más.

—Entonces, no habrá problema —Romina la miró con atención—. Sólo he visto a Patricio Telford una o dos veces, pero, si no me equivoco, hoy demostró un desmesurado interés por tí. Lo oí invitarte a cenar. No sé si sabías que su mujer murió de cáncer el año pasado.

—Gracias por decírmelo.

—Esta mañana vino Mati a casa y me dijo que eras guapísima —Paula protestó, pero Romina siguió—, y tenía razón, de modo que estoy segura de que verás a Patricio a menudo. Claro está, si tú quieres. Su casa está a tres bloques de aquí.

—Mi jefe del CDF dice que su historial es impresionante.

—Y también es muy atractivo, si te gustan los rubios.

—Quisiera ser franca contigo —Paula respiró hondo—. Estoy segura de que te estás preguntando sobre Pedro y yo.

—Escucha —contestó la otra mujer—, no le debes ninguna explicación a nadie y mucho menos a mí. Mati me lo contó todo. Yo me sentiría traicionada si Mati hubiera estado vivo diez años sin decirme nada, sobre todo con un hijo por medio. No sé qué haría yo en tu caso.

—Al principio me sentí confusa y herida. Pensaba que Pedro no podía haber estado enamorado de mí.

—¿Y ahora?

—Ahora comprendo por qué ni siquiera se puso en contacto conmigo, pero el hecho es que, después de diez años, somos dos perfectos extraños.

—Eso es lógico —asintió Romina.

—Gracias, Romi —al fin había encontrado alguien que la comprendía. Una amiga.

—Si necesitas un hombro sobre el que llorar, aquí estoy.

—Ten cuidado —Paula se emocionó—. Puede que lamentes tu oferta. No te imaginas lo agradecida que te estoy por tu amabilidad. Soy consciente de que tú misma has sufrido una experiencia muy dolorosa. Pedro me contó lo de tu hermano y su mujer. Pobre Nico.

—Sufrió mucho. Mis padres y yo casi nos volvimos locos sin saber cómo ayudarlo. Y entonces vinimos aquí y conoció a Mati.

—Se ve que están muy unidos —Paula sonrió.

—Algún día te contaré los detalles.

—Creo que ya me lo imagino. Tu marido tiene los ojos azules más bonitos que he visto en mi vida. Cuando te mira, parecen encenderse.

—Lo quiero tanto que duele.

Paula bajó la vista. Hubo un tiempo en que Pedro y ella se habían sentido así. Y desde que había vuelto a su vida no dejaba de doler, pero sólo porque… porque deseaba que la amara de nuevo de esa forma.

—¿Paula? —la profunda voz de Pedro hizo que el pulso se le acelerara. Era como si su cuerpo reconociera ese sonido aunque ella intentara ignorarlo. Se volvió para encontrarse con un par de ojos grises—. Hemos terminado de instalar tu ordenador. ¿Dónde quieres el televisor?

—Contra la pared enfrente del sofá, gracias.

—Veo que todas las cajas están vacías —él echó un vistazo a su alrededor—. Traeré la camioneta y me las llevaré. Los chicos quieren venir con nosotros. ¿Les parece bien?

Las mujeres asintieron. Tras su marcha, Paula pudo respirar. Minutos después la cocina estaba ordenada y, los platos, fregados.

—Es increíble lo poco que hemos tardado —se volvió hacia Romina—. Sin su ayuda, Oli y yo habríamos tardado días. Gracias por todo, incluyendo la deliciosa comida.

—No hay de qué.

—Si estás libre el domingo, y tu marido no trabaja, me gustaría que vengan a  cenar.

—Estupendo. En cuanto lo sepa, te llamaré. Todo dependerá de si hay alguna emergencia.

—Eso tengo entendido. Vamos a descansar un poco. Ya has trabajado bastante por un día.

El comedor y el salón también tenían un buen aspecto con los muebles colocados y algunas láminas enmarcadas colgadas de la pared.

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