viernes, 20 de enero de 2017

Destinados: Capítulo 13

Paula puso la alarma del reloj a las cinco y media, pero se despertó media hora antes de que sonara, nerviosa. Ella conocía a su sobrino y, desde el accidente, el niño siempre había estado con sus abuelos o con ella. El tiempo más largo que pasaba separado de ellos eran las tres horas de la guardería. Incluso cuando iba al colé, su madre o ella siempre lo acompañaban al principio y lo esperaban a la salida, para ayudarle a sobrellevar la ansiedad de la separación. Por muy emocionado que Nico estuviera por volar en helicóptero y ver un búho, podía suceder que, de pronto, quisiera regresar al hotel. De hecho, estaba casi segura de que sucedería y no le gustaba que eso interrumpiera el trabajo del señor Alfonso. En parte, pensaba que sería mejor ir con ellos, pero Matías le había dicho que no debía preocuparse. Quizá, era porque sabía que a la esposa de Pedro no le gustaría que otra mujer lo acompañara.

Cuando el reloj dió las seis en punto  ella acompañó a su eufórico sobrino a la entrada del hotel, estaba hecha un manojo de nervios. Habían llenado la mochila con todo lo que Nico podía necesitar, incluida su pequeña cámara de fotos. Él había elegido ponerse su camiseta favorita de las Tortugas Ninja. También llevaba botas cómodas para caminar.

—¿Ése es su coche?

—Eso creo —respondió Paula.

Parecía un vehículo oficial de guarda forestal. Pedro se encontró con ellos en la puerta.

—Buenos días, chico.

—¡Hola, Pedro! Estoy listo para irnos.

—¡Qué puntual! Serías un excelente guardabosques.

—¡Gracias!

Pedro abrió la puerta del copiloto y ayudó a subir al niño. Antes de dar la vuelta al coche, se giró hacia Paula y se sacó un pequeño cuaderno del bolsillo de la camisa.

—Déme su número de móvil por si necesito llamarla.

—Iba a sugerirlo yo misma —señaló Paula—. Si Nico se pone difícil, dígamelo y yo hablaré con él.

—Lo tendré en cuenta, pero no creo que tengamos ningún problema.

—¿Tiene hijos?

 —No —contestó él y tras una pausa tensa, añadió—: ¿Preferiría que Nico no viniera conmigo?

—Claro que no —negó ella—. Confío en usted. Lo que pasa es que sé que tiene que cumplir con su deber. Un niño puede ser impredecible y distraerlo.

—Teniendo en cuenta que estamos hablando de Nicolás Chaves, me arriesgaré —replicó él con una sonrisa.

—Gracias —susurróPaula, conmovida—. Desde anoche,  está muy emocionado.

—¿Me cree si le digo que a mí me pasa lo mismo?

Era obvio que se trataba de un hombre muy sensible que había estado castigándose a sí mismo por la muerte de su hermano y su cuñada, pensó ella. No era de extrañar que quisiera compensarlos llevándose a Nico. Aquello la conmovió. Invadida por un mar de emociones, dió un paso hacia su sobrino, que estaba asomado a la ventanilla del coche.

—Obedece al señor Alfonso en todo.

 —Lo haré.

 Paula besó al niño en la mejilla y Pedro se subió al coche. A ella se le encogió el corazón.

—Te quiero, tesoro. Y estaré esperándote cuando regreses.

—¡Creí que ibas a montar a caballo con Matías!

—Sí, pero nos quedaremos cerca del pueblo.

El coche se puso en marcha.

—De acuerdo.

El niño seguía sin mostrar ninguna ansiedad por la separación.

—Que lo pases bien.

—Sí. Adiós, Pau —se despidió Nico, radiante ante la aventura que lo esperaba.

Paula lo despidió con la mano hasta que el coche se perdió en la distancia. ¡Ansiedad por la separación! Ella sí que tenía un serio problema con eso. Experimentando una sensación de pérdida nueva para ella, intentó calmar parte de su inquietud dando un paseo a la oficina de correos. Había prometido enviar la postal que Nico había escrito a sus abuelos. Cuando llegaron las ocho en punto, intentó mostrarse ilusionada por la excursión que iba a hacer, pero no fue capaz de ocultarle su angustia a Matías. Nada más entrar en el vestíbulo de hotel, él la miró y le preguntó qué pasaba.

—La verdad es que Nico y yo no nos habíamos separado nunca como hoy.

—Es normal que lo eche de menos.

—Sí, pero es más que eso. En algún momento durante la mañana o la tarde, el niño va a darse cuenta de que está con un extraño. Temo que se venga abajo porque yo no esté allí. Cuando se pone así, no es divertido, créame.

No hay comentarios:

Publicar un comentario