domingo, 8 de enero de 2017

Identidad Secreta: Capítulo 49

Tras colgar se preparó para irse a la cama y se deslizó bajo las sábanas junto a Olivia. Pero después de una hora dando vueltas, sacó una manta del armario del pasillo y pasó lo que quedaba de noche en el sofá.

A la mañana siguiente, Olivia despertó dispuesta a ir al colegio, ignorante de que Paula hubiera ido a casa de Pedro la noche anterior. Sus padres se unieron a ellas mientras preparaban el desayuno. La madre de Paula la miró inquisitiva. Lógicamente, quería conocer el resultado de la visita de la noche anterior, pero no dijo nada delante de su nieta.

—¿No te vas a terminar la tostada?

—No tengo hambre, mamá —Olivia miró a sus abuelos—. Ojalá no tuvieran que irse a San Francisco hoy.

—No te preocupes. Volveremos la semana que viene —le aseguró el abuelo.

—Genial —la niña se levantó y besó a los abuelos antes de colgarse la mochila de la espalda.

—Te veré después del colegio —Paula le dió un abrazo.

—Papá dijo que Nico y yo podíamos pasarnos por el cuartel general camino de casa para tomar una zarzaparrilla.

—Suena divertido.

¿Qué otra cosa podía decir? Deseó que Pedro estuviera de vuelta en su casa, y en la cama, en esos momentos.

—¡Adiós!

—Supongo que nosotros también deberíamos irnos —murmuró el abuelo sin entusiasmo después de que los tres adultos la vieran desaparecer por la esquina desde el porche.

—Antes de que se vayan, tengo algo importante que decir —la frase le concedió la atención plena de sus padres—. Anoche Pedro me pidió que me casara con él, y acepté.

—¡Es la mejor noticia que podías darnos! —los ojos de sus padres se iluminaron y un segundo después estaban todos abrazados, escayola incluida. Mientras se enjugaba las lágrimas, su madre habló de nuevo—. ¿Por qué no le has dicho nada a Oli esta mañana?

—Pepe y yo queríamos decírselo juntos —la conversación de la noche anterior no había llegado tan lejos, pero lo conocía bien. Se había perdido todo lo relacionado con su hija y no iba a robarle otro momento más.

—¿Cuándo tienen pensado casarse?

—Pronto —balbuceó ella mientras se ruborizaba. Tampoco habían hablado de eso, pero el deseo que sentían lo exigía. Se moría de ganas de ir a su casa.

—Pues no nos mantengas mucho tiempo en suspenso.

—Los llamaré en cuanto fijemos una fecha. Anoche tuvo que salir a otra emergencia antes de poder hacer planes.

—¡Pau! —su madre la abrazó de nuevo. Todos habían sufrido mucho desde su vuelta de Afganistán. No hacía falta añadir ni una palabra más.

—Conduzcan con cuidado —unos minutos después, acompañaba a sus padres hasta el coche.

—Lo haré —su padre volvió a abrazarla—. Dile a Pedro que bienvenido a la familia.

Paula asintió. ¡Lo haría de inmediato!

Tras su marcha, corrió a ducharse y fregar los platos. Aunque no podía quitarse de encima los diez años transcurridos, procuraría tener el mejor aspecto posible. Cuando estuvo lista, telefoneó al cuartel general para asegurarse de que no estuviera en su despacho. Desde allí la informaron de que no se había presentado y que no sabían cuándo se le esperaba. Justo lo que ella se había imaginado. Cinco minutos más tarde descubrió que la camioneta tampoco estaba en el camino de la casa de Pedro y que nadie abría la puerta. A lo mejor dormía profundamente. Al parecer no tenía elección salvo volver a su casa y empezar a hacer el trabajo por el que la pagaban.

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