lunes, 30 de enero de 2017

Destinados: Capítulo 48

Nico y Pedro esperaban fuera junto al coche. Cuando Paula salió y se dirigió hacia ellos, sintió que los ojos de Pedro la observaban con apreciación, pero ella se negó a pensar que aquello pudiera significar algo. El hecho de que él no se hubiera quitado el anillo implicaba que estaba allí sólo por el bien de Nico y por ninguna otra razón. Después del trágico accidente que había privado al niño de sus padres, sería su manera de apaciguar su sentimiento de culpa.

En secreto, una parte de ella había esperado que Pedro quisiera conocerla mejor en ese viaje. Sin embargo, era muy posible que no fuera así. Después de todo, la posibilidad de que volvieran a verse en el futuro era bastante remota. Sin embargo, ya que él estaba dispuesto a hacer el papel de padre durante unos días, fingiría que  era su hermano. Así, podría superar mejor aquella tortura, porque no había otra forma de describir lo que estaba sintiendo en ese momento. Quizá, otra mujer no dejaría que un anillo se interpusiera entre ella y el hombre que quería, pero la experiencia que  había vivido con Santiago le había enseñado a no hacerlo. La mujer con la que Santiago había salido antes que con ella había tenido una gran influencia sobre él. Si no, no se habría acostado con Lorena pocos días antes de casarse con otra persona.

Si Pedro no había sido capaz de superar la muerte de Karen en cinco años, ninguna mujer tenía posibilidades de vencer su recuerdo. Cualquiera que lo intentara estaría abocada al fracaso. Pero había un problema: ella ya se había enamorado de Pedro. Sus sentimientos ya no tenían marcha atrás.

—Hay un pequeño centro comercial al que podemos ir caminando, tiene toda clase de restaurantes. ¿Qué os apetece?

—¿Qué tal si esperamos a llegar allí para que Spiderman decida lo que le apetece? —sugirió Paula, sonriendo a Nico, que se había cambiado y se había puesto una camiseta y unos pantalones cortos de Spiderman.

—No creo que ninguno de los restaurantes sirva moscas —replicó Pedro fingiendo seriedad.

—¡Pau! —exclamó el niño de pronto—. ¡Tengo que volver a la habitación un momento! —dijo y salió corriendo.

—Espera… —gritó Paula  tras él—. ¿No puedes hacerlo después ? —añadió. El niño acababa de ir al baño.

Nico la miró con frustración y corrió de vuelta hacia ella.

 —Quiero darle a Pepe su regalo —le susurró el niño al oído.

Ah. El regalo.

—Discúlpanos un momento, Pedro —dijo ella.

Sacó la llave de la habitación y abrió. Nico corrió dentro, agarró un pequeño paquete envuelto y se apresuró a salir. Su tía cerró la habitación y se reunión con ellos.

—Esto es para tí.

—¿Por qué? —dijo Pedro  y tomó el regalo.

—Porque he querido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario