miércoles, 13 de enero de 2016

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 71

—Escuchen, muchachos: yo no soy el padre de Nico—declaró como si se lo estuviera diciendo a sí mismo.

—Todavía no —murmuró Matías, para el cuello de su camisa.

Pero Pedro lo oyó con la misma claridad con la que había escuchado las palabras de Nico.

—Qué, niños, ¿se han divertido? —preguntó Melisa a los chicos cuando éstos regresaron, empujando la puerta principal, tan agotados como para dejar el juego por esa noche.

—Le dimos una paliza. Papá se está volviendo un cascarrabias—explicó Valentín.

—Eso no es verdad —protestó Matías a la defensiva mientras los acompañaba—. Te permití que llegaras a tu base.

—Sí, papá.

—Les he dejado unos vasos con zumo de fruta en el salón. Por favor, no lo tiren todo —dijo Melisa mientras trotaban ante ella.

Matías se acercó para darle un beso, pero ella se retiró haciendo una mueca.

—Ni lo pienses hasta que te hayas duchado. ¡Marrano!

—¿Éste es mi premio por entretener a los chicos?

—No, eso es lo que hay que decirte cuando apestas.

Él soltó una carcajada y salió al patio de atrás a buscar una cerveza en la nevera.

Pedro entró el último, precedido de Nico. El chico fue a reunirse con los demás en el salón.

—¿Qué tal lo ha hecho? —preguntó Paula.

—Bien —repuso Pedro llanamente—. Creo que se ha divertido.

Paula  lo observó con atención: era evidente que algo lo preocupaba.

—¿Estás bien?

Pedro desvió la mirada.

—Sí —contestó—. Estoy bien.

Y sin añadir palabra, salió fuera y se reunió con Matías.

Cuando empezó a caer la noche, Paula se ofreció para ayudar a Melisa a recoger los restos de la cena. Los pequeños estaban viendo una película, despatarrados en la sala, mientras Pedro y Matías ponían en orden la barbacoa.

Paula estaba remojando un poco la cubertería antes de meterla en el lavaplatos. Desde donde estaba podía ver a los dos hombres, fuera. Los contempló un rato y sus manos se inmovilizaron bajo el chorro de agua.

—Un penique por tus pensamientos —le dijo Melisa, sobresaltándola.

Paula  hizo un gesto de duda con la cabeza mientras seguía fregando.

—No estoy segura de que baste con uno.

Melisa cogió unas cuantas tazas vacías y las depositó en el fregadero.

—Escucha, lo siento si te he puesto en evidencia durante la cena.

—No. No es eso. Al fin y al cabo hiciste una broma cuando todos estábamos pasándolo bien.

—Pero, a pesar de todo, estás preocupada.

—No lo sé... —Miró a Melisa—. Sí, puede que un poco. Pedro ha estado tan callado el resto de la noche...

—Yo no le daría demasiada importancia —repuso Melisa mientras observaba cómo Pedro guardaba las sillas en el patio de atrás—. Sé que se preocupa por ti de verdad. Siempre que te mira es como si se iluminara por dentro, incluso después de que le gastara esa broma pesada.

—Lo sé —replicó Paula asintiendo con la cabeza. No obstante, se preguntó por qué razón aquella respuesta no le parecía suficiente. Cerró el recipiente hermético con la tapa.

—¿Matías no te ha dicho nada acerca de algo que haya podido pasar mientras jugaban en el jardín con los niños?

Melisa la miró, extrañada.

—No. ¿Por qué?

Paula metió el resto de ensalada en la nevera.

—Por nada. Simple curiosidad.

«Papá.»

«A ver, Pedro, ¿vas a casarte con esta preciosidad o no?»

Mientras jugueteaba con la cerveza, aquellas palabras no dejaban de resonar en su cerebro.

—¡Eh! ¿A qué viene ese aspecto tan mustio? —preguntó Matías al tiempo que llenaba una gran bolsa de basura con los restos de la mesa.

Pedro se encogió de hombros.

—Estoy preocupado. Eso es todo.

—¿Preocupado? ¿Por qué?

—¡Bah! Cosas del trabajo. Estaba pensando en todo lo que tengo que hacer mañana —contestó Pedro, diciendo una verdad a medias—. Desde que paso tanto tiempo con Paula tengo el negocio un poco abandonado. Debo volver a meterme en él.

—¿No has estado yendo todos los días?

—Sí. Pero no siempre me he quedado la jornada completa. Ya sabes cómo funcionan estas cosas. Empiezas a descuidar los asuntos y en un abrir y cerrar de ojos los problemas se amontonan.

—¿Puedo ayudarte en algo? ¿Quieres que revise los pedidos y esas cosas?

Pedro hacía todos sus encargos de material a la tienda del padre de Matías.

—No. En serio. Pero es mejor que me apresure a resolver el papeleo. Si hay algo que he aprendido es que cuando las cosas se tuercen, se tuercen muy deprisa.

2 comentarios:

  1. Mmm, me huele a que Pedro va a querer tomar distancia de Paula y Nico, que no quiere atarse a ellos... que pena! :(

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  2. Pero qué cerrado que es Pedro, va a sufrir un montón si no se abre.

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