domingo, 20 de diciembre de 2015

Romance Otoñal: Capítulo 67

El sol  parecía penetrar en los huesos de Paula, mientras ella estaba tendida, plácidamente, sobre la arena de las playas de Acapulco. Aunque tenía los ojos cerrados, conservaba en la mente la imagen de Pedro, tendido a su lado, medio dormido, tal como lo había visto segundos atrás. La muchacha sonreía satisfecha, al ver a Pedro descansar tan tranquilamente luego de haber trabajado tan arduamente durante las últimas semanas. También sonreía por la felicidad que sentía al observar su amado rostro, sus cálidos ojos y su excitante y bello cuerpo. Paula no recordaba ningún momento durante su matrimonio, en el cual esa mirada no hubiera logrado derretirla.

Paula escuchó las voces de unos turistas que pasaron junto a ellos y por algún motivo, esa charla le hizo recordar la primera sensación que experimentó al estar casada con un hombre de bien como Pedro Alfonso.

Fue eso lo que la decidió a recorrer junto a Pedro el largo camino que los aguardaba y claro que esa decisión, no fue nada sencilla de tomar. Tal como se lo había pedido la madre de Pedro, se dedicó a pensar muchísimo todas las cosas antes de emitir un juicio demasiado anticipado.

Para su sorpresa, una vez que estuvo inmersa en el mundo de la actividad política y de los negocios, se dio cuenta de que se adaptaba a él con gran facilidad. Su experiencia con el manejo del personal la había entrenado para tratar y organizar a las personas. Su principal tarea había sido la de reunir voluntarios para que desde las esferas más bajas, comenzaran a presionar favoreciendo el proyecto de Horacio.  Federico y Pedro, mientras tanto, se encargaron de llevar esa misma presión a la legislatura para que se aprobara.

Al verla que desarrollaba sus actividades con tanta eficiencia y tesón, Pedro se quedó impresionado y, al mismo tiempo, temió que esa tarea la desbordara. Sin embargo, Paula conservaba las suficientes energías como para satisfacerlo en gran medida en los tiempos libres que compartían en la intimidad. Las mejillas de ella se ruborizaron, a pesar del caluroso sol, cuando la joven recordó que la sed de Pedro para con ella se incrementaba tanto, que ella se alarmaba al notar que no mostraba ningún interés por no ser descubierto por el resto de los habitantes de la casa.

También fue después de esa intimidad que Paula había descubierto otro talento, el cual podría haber resultado de considerable uso para Pedro. Su trabajo le había enseñado a observar el lenguaje del cuerpo, el contacto ocular y el tono de voz para poder captar la verdadera personalidad de le gente. Y en las amenas conversaciones que mantenían luego de hacer el amor, Paula se sorprendió dando a Pedro sus opiniones acerca de las figuras políticas con las cuales se había entrevistado ese día.

Hubo muchísimas entrevistas, ya que muchos de los colegas de Horacio pasaban por su casa ofreciéndole sus respetos y... Paula estaba segura de poder satisfacer a Pedro y vigilar que sus ambiciones se hicieran realidad algún día.

Por supuesto que Pedro no era ningún novato para calificar a sus colegas y también a sus opositores. Sin embargo, daba la bienvenida a la corroboración de Paula, aunque a veces diferían sobre ciertos puntos donde la agudeza femenina ponía al descubierto ciertas áreas que él no había logrado interpretar, o que la había interpretado en forma incorrecta.

Paulatinamente, Paula se fue dando cuenta de que ella disfrutaba de la diversión y el desafío que ofrecía la política y que ella no tenía que rezagarse, jugando el papel de la mujercita encantadora que sigue a su esposo pero no a su lado, sino detrás de él. Había muchas formas en las que ella podía hacer una real contribución a la vida de Pedro, satisfaciéndose a sí misma durante ese proceso. Por ello cuando el padre de Pedro se repuso lo suficiente como para comenzar a preparar los arreglos de la boda, Paula estaba lista para penetrar en esa vida con toda serenidad y seguridad, habiéndose liberado de todas sus dudas y de todos sus temores. Hasta llegó a sentir desinterés por las mujeres que parecían adorar a Pedro constantemente, ya que él siempre se mostraba indiferente a los ofrecimientos sexuales femeninos.

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