viernes, 18 de diciembre de 2015

Romance Otoñal: Capítulo 64

— Paula, mi querida —comenzó mientras se acomodaba en uno de los dos sillones que había en el cuarto—. Quizás esté prejuzgando, pero hoy, durante la charla, me pareció que tú no estás demasiado entusiasmada con la idea de que Pedro regrese a la escena política, ¿verdad?

Ante la franca e inteligente mirada de los castaños ojos de Ana, Paula se sintió un tanto inquieta. Sin embargo, ya que Pedro conocía sus opiniones al respecto, le pareció justo discutir sus puntos de vista con la familia Alfonso.

—Por mí y por nuestra vida privada, no lo estoy —contestó ella lentamente, mirando directamente a los ojos de Ana—. Por Pedro... bueno, no estoy segura. Obviamente, él ama esa vida y no existen dudas de que él está inmensamente capacitado para ella.

Ana sonrió y Paula se sintió confusa por su actitud. Estaba preparada para que Ana desaprobara su opinión, pero en cambio, le sonrió cálidamente y la miró como aceptando su comentario. La muchacha se sintió más aliviada y a gusto para continuar.

—Has dicho exactamente lo mismo que yo cuando me puse de novia con el padre de Pedro —explicó—. Horacio me había hecho suspirar por él mucho antes que yo me enterase de sus ambiciones políticas y cuando me di cuenta de que... ¡Oh, Dios! —revoleó los ojos hacia arriba y volvió a sonreír en reminiscente gesto.

— Por favor, hábleme de eso —pidió, ansiosa por saber cómo se las había ingeniado Ana Alfonso para saltar ese inmenso obstáculo en su pasado.

— Oh, estuve a punto de desistir del compromiso —dijo enérgicamente, aunque sus ojos se mantenían orgullosos por el recuerdo—. Amaba a Horacio  hasta la locura, pero no soportaba la idea de que siempre tuviéramos que estar en pose, para salir a escena y de que mi familia ocupara un segundo lugar: primero la política y luego nosotros. —Ana meneó la cabeza, mientras una sonrisa afloraba en la comisura de los labios.— Para entonces, no sabía que si un Alfonso  quiere algo, no se detiene hasta conseguirlo. —Alzó la mirada para observar a Paula cálidamente.— Y si quieres que te haga un comentario, me alegro muchísimo de que no haya abandonado todo por mi culpa.

—¿Por qué, Ana? —preguntó—. ¿Estaba dispuesta a pagar un precio tan caro para tenerlo a su lado?

Ana asintió enfáticamente.

—Ese precio y mucho más —dijo convencida. Luego comenzó a hablar sobre temas más lejanos y profundos—. Yo nací y me crié en una granja, Paula. Cuando Horacio Alfonso llegó a mi vida, era tímida, retraída y aunque no me diera cuenta de ello, hasta insulsa.

Paula la miró sin poder creer en sus palabras. Ana rió.

— Gracias por esa mirada, Paula. Puedo estar blanca en canas, pero aún mi corazón se mantiene lo suficientemente jovial para notar el gesto de quien no puede creer que en una época fui tímida e insulsa.

—Bueno. Yo no lo creo —respondió secamente—. Puede haber sido tímida, pero me rehúso creer que haya sido insulsa.

Ana se encogió de hombros, como si no le interesara el tema.

—Ah, bueno, la belleza es tal según con el ojo que se la mire, ¿no? Horacio pensaba que yo era hermosa —dijo ella guiñando un ojo.

—Estoy segura de que lo pensó en el pasado y aún piensa lo mismo —asintió Paula con total sinceridad.

Ana  hizo un gesto con la cabeza por el cumplido y prosiguió.

— Ni siquiera podía concebir la idea de pararme frente a cientos de personas y dar un discurso —recordó, meneando la cabeza ante sus recuerdos—. Y tampoco concebía la posibilidad de un hombre que estuviera preocupado en las cosas que sucedían en el mundo exterior y luego en su propio hogar. —Al decirlo, echó a Paula una endiablada mirada—. Pero Horacio tenía la habilidad de hacer cada uno de nuestros momentos tan especial, que yo me di cuenta de que lo importante no era la cantidad de tiempo que pasáramos juntos sino la calidad de él. Y Horacio dejaba a cualquier hombre a la altura de la suela de sus zapatos.

Ambas damas intercambiaron deliciosas miradas de complacencia y Paula sabía exactamente de qué estaba hablando Ana Alfonso. Era evidente que Pedro había heredado de su padre muchas más cosas que las ambiciones políticas.

— De todas maneras —continuó—, Horacio inició una campaña para vencerme y jamás he logrado derrotarlo. Él me fue enseñando paso a paso cómo ser la esposa de un político, ayudándome a encontrar la felicidad en esa vida en lugar de quejarme por su monotonía, alentándome para que me interesara en proyectos en los cuales pudiera ver mis logros, muchos de los cuales habrían sido imposibles de no haber sido la esposa de un hombre importante... —La voz de la mujer se apagó, tras un telón de nostalgia y luego volvió a posar en Paula una resplandeciente mirada.

— Lo que trato de explicarte, mi querida, es que yo comprendo tus sentimientos. Pero está muy claro que tú estás muy enamorada de Pedro y que él siente lo mismo hacia tí. Además, tu tienes muchas más aptitudes para ser la esposa de un político de las que yo tenía cuando me casé con Horacio y es por eso que estoy convencida de que puedes lograrlo... y aún disfrutarlo... con sólo proponértelo.

Ana mantuvo su tierna mirada clavada en Paula para evitar que pudiese protestar. Sólo dijo:

—¿Me harás una promesa?

Paula dudó, pero luego, sin poder negarse a lo que esa adorable mujer le pedía, asintió con la cabeza.

— Bien —dijo, inclinándose hacia delante para enfatizar sus palabras—. Durante las próximas semanas, tendrás la oportunidad de observar cómo será tu vida como esposa de Pedro, en caso de que él decida continuar con su carrera política. Sé que él ahora tiene muchas dudas, por lo que sucedió con Laura... —Ana pronunció ese nombre con tanta claridad y firmeza que Paula sintió la certeza de que jamás se omitiría hablar del pasado de Pedro y de la mujer que había vivido con él en esa casa—. Pero conozco a mi hijo, Paula. Él nació para seguir esa estrella en particular y aunque pudiera llegar a ser feliz en caso de que se desvíe de ese rumbo, esa felicidad sólo sería momentánea. Pedro seguirá su destino. Y tengo la esperanza de que tú persigas ese mismo fin junto a él y que, durante el proceso, encuentres tu propio destino.

2 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyyy, qué divinos los 5 caps. Me encantó la charla de Pau con la mamá de Pedro. Me fascina esta historia!!!!!!!!!!!!

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