lunes, 7 de diciembre de 2015

Romance Otoñal: Capítulo 32

— ¿Cuándo tú y Paula terminan con el cuarto de baño?

—Creo que será mañana a la tarde —respondió Pedro—. Podríamos comenzar a trabajar en el patio mañana por la tarde, toda la jornada del día siguiente y ese mismo día, por la noche, celebrar con unas buenas salchichas a la parrilla.

— Estupendo —dijo, firmando y sellando el contrato. Luego se incorporó y echó una mirada a Paula—. Es hora de volver al trabajo, querida —dijo ella alegremente, ignorando la iracunda mirada proveniente de los atormentados ojos de su cuñada—. Como recompensa, prepararé una deliciosa cena para todos nosotros —al decir eso, Lola se volvió, dejando por sentado que además de obligar a Paula a pasar el resto del día en compañía de Pedro Alfonso, también la comprometía a compartir con él la cena.

Pedro se puso de pie, invitando a Paula a que se encaminara delante de él, pero ella se negó.

— Tú ve adelante —dijo ella enojada—. Quiero hablar unos minutos con Lola antes de ir a trabajar contigo.

La expresión de Pedro fue indiferente durante todo el trayecto en el cual acompañó a John a abandonar la habitación. Pero, al llegar a la puerta, sonrió a Paula.

— No te demores —advirtió él—. Te estaré aguardando.

Paula sintió que un agudo temblor se apoderaba de su cuerpo por la intimidad que oyó en la voz de Pedro y por aquella famélica expresión que leyó en sus ojos. Pero sólo se limitó a asentir con la cabeza. No bien Pedro se hubo retirado, Paula no perdió ni un solo segundo en lanzarse sobre su entrometida cuñada.

— ¿Qué demonios crees que estás haciendo, Lola Chaves? —preguntó exasperada, mientras Lola continuaba lavando las tazas de café sin siquiera darse vuelta.

— ¿A qué te refieres, cariño?

—Me refiero —dijo ella con tono exageradamente pausado— a que no estoy dispuesta a tolerar que nadie interfiera entre Pedro Alfonso y yo.

—¿Interfiera? —El tono de su voz demostraba una inocente sorpresa.

— Palabra incorrecta —agregó—. Interferir entre nosotros es la última cosa que tienes en mente, estoy segura de ello. Estoy aguardando que en cualquier momento se te ocurra invitar a Pedro Alfonso a pasar la noche aquí... ¡Y en mi cama, como mínimo!

Lola miró a su cuñada por encima del hombro, como reprochándole.

— Jamás cometería esa falta de delicadeza, Pau—protestó con calma—. Él vendrá aquí por sí mismo, sin que yo lo invite. Estoy convencida. — arqueó las cejas sugestivamente.

— ¡Lola! —exclamó, colmada por la exasperación—. Esto es muy serio, Pedro no es la clase de hombre con el cual una mujer puede involucrarse sin... sin... —Se interrumpió. No quería pronunciar la palabra "amor" a esa altura del partido.

—¿Sin enamorarse perdidamente de él? —sugirió como para ayudarla—. Pero mi querida, eso es justamente lo que tú necesitas. Ese maldito Facundo Pieres le ha cerrado las puertas de tu corazón a otros hombres durante bastante tiempo. Es hora de que te olvides de ello y comiences a vivir una vida más digna. Y Pedro Alfonso es el hombre indicado para ello.

Paula cerró los ojos y se llevó una mano a la cabeza, tratando de calmarse.

—Este señor Pedro Alfonso tiene el poder de dejar a Facundo Pieres a la altura del ratón Mickey en lo que al amor se refiere, Lola. ¿No te das cuenta de ello? ¿Estás decidida a que otra vez alguien me destroce el corazón?

Si Paula había creído que de ese modo lograría la compasión de Lola, pronto se dio cuenta que estaba en un error. Lola se volvió de golpe, para enfrentarla, con una expresión en sus ojos que Paula conocía como indomable.

— Tú y Pedro parecen haber sido hechos el uno para el otro, Pau y si no tienes la capacidad como para darte cuenta de ello ahora, lo harás en un futuro, créeme. ¿Por qué demonios te empeñas en dificultarte las cosas de ese modo? A la larga, resultarás perdedora y cuando sea demasiado tarde, te odiarás a ti misma por haber perdido el tiempo. Ahora toma mi consejo y hazme caso.

Por última vez, Paula trató de hacer entrar en razones a su caprichosa cuñada.

— Lola, no hemos sido hechos el uno para el otro. No soportaría escuchar su campaña política ni por un minuto y Pedro me odiaría por no participar de ella. Además, yo también tengo mi carrera... tal como es. —Con esas palabras, Paula se quedó atónita al comprobar que cada vez le gustaba menos su trabajo y que por ello se había sentido tan feliz al dejarlo por unos días.

— ¡Tonterías! —dijo, eliminando las objeciones de su cuñada cual si fueran molestas moscas—. Tú serías la mujer perfecta para su campaña política. Eres atractiva, muy personal y yo misma te he oído dando un discurso una vez, ¿recuerdas? Estuviste decididamente aplastante. Los dejarías sin habla cada vez que te oyeran. Ahora ve arriba y comienza a trabajar. —Al decirlo, Lola le volvió la espalda, negándose a continuar con una conversación que según ella, no tenía ningún sentido.

Paula  se quedó observando angustiada, la espalda de Lola por algunos minutos. Luego dio media vuelta y se encaminó hacia las escaleras arrastrando los pies. Se sentía como si de pronto estuviera viviendo una terrible pesadilla. Apenas podía creer que había estado hablando de un probable matrimonio y nada menos que con un político. Un político al que conocía poco y nada, con quien había estado a punto de irse a la cama en su primer encuentro y quien no le había demostrado ni el menor indicio de estar interesado en ella como para casarse. Todo eso era una verdadera locura. Lola estaba loca de remate. Y Paula tampoco estaba muy segura de que su salud mental se mantuviera intacta durante mucho tiempo...

4 comentarios:

  1. Wowwwwwwwwww, qué buenos caps, me encanta esta historia.

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  2. Cada vez se pone más interesante esta historia!!!

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  3. Cada vez se pone más interesante esta historia!!!

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  4. Muy buenos capítulos! como se la está jugando Pedro! Me encanta Lola de celestina ;)

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