domingo, 20 de diciembre de 2015

Romance Otoñal: Capítulo 68

— Pepe, ¿no crees que hemos tomado demasiado sol? —preguntó como una gatita mimosa—. ¿Qué te parece si volvemos a nuestra habitación y dormimos un poco antes de prepararnos para la cena? —Sus ojos prometían mucho más que una "siesta" y él aceptó complacido la invitación.

— ¿Qué tienes en mente? —preguntó.

— De acuerdo —dijo ella, con tanta humildad que todo lo que consiguió fue que su esposo sospechara mucho más que antes, ya que la humildad no era una de las virtudes más sobresalientes de su flamante cónyuge—. ¿Se te ha cruzado por la mente, en algún momento, mi querido y estimado esposo —dijo con gran paciencia—, que en este mismo instante puedo estar embarazada?

La mirada fue impasible cuando él respondió:

— Sí, lo pensé — dijo él sin darle ninguna importancia—. Soy totalmente consciente de que jamás he tomado ningún tipo de precauciones y entonces deduje que si tú no deseabas tener niños enseguida, te encargarías tú de cuidarte. Como tampoco tú lo hiciste, llegué a la conclusión de que no te importaba si la naturaleza seguía su curso. Pero puedes estar muy tranquila, a mí tampoco me importa.

Paula lo reprobó y se esforzó por tratar de liberarse de sus brazos. Como no lo hizo, sus protestas se hicieron más firmes.

— ¡Pedro Alfonso! —gritó ella indignada—. ¿No te importa que hayamos estado un poco distraídos al no tocar un tema de tanta importancia?

Él se encogió de hombros y sonrió.

— ¿A qué te refieres con eso de distraídos? —preguntó tranquilamente—. ¿Acaso no quieres niños?

—Sí, pero...

—Yo también —la interrumpió—. Si me lo hubieses pedido, habría esperado, pero en lo que a mí concierne, no me interesa si tenemos mellizos dentro de pocos meses. Por eso pensé que estabas lista para ser madre. ¿Estaba equivocado?

—No, pero...

—De acuerdo, entonces. —Se liberó del tema empleando la lógica.—Será una vida estupenda, somos maduros, adultos responsables, estamos casados y preparados para ello. ¿Acaso se requieren otras condiciones para ser padres?

Ella sin querer ceder ante su irritante sentido de lo práctico, buscó una excusa:

— Aún no tenemos una casa.

—Sí la tenemos —respondió con una sonrisa—. Y también un perro guardián para ella.

Ella lo miró pasmada.

— Pero actualmente estás trabajando en la ciudad de Jefferson —protestó ella—. Es un largo trecho, ¿no crees?

— No habrá trecho que recorrer —respondió—. Tan pronto como regresemos, tengo planeado hacer exactamente lo que hacía antes. Manejaré todas las investigaciones y la estrategia desde mi casa en el campo. Es ese el mejor de los mundos. —Volvió a sonreír.— Además, nuestro hijo tendrá a su primo como compañero de juegos. ¿No te gustaría vivir cerca de Gonzalo y de Lola?

Exasperada al máximo, Paula farfulló:

—Sí, pero...

— ¿Pero qué? —luchó para contener la risa y el cuerpo resistente de su esposa a la vez.

— No me has hablado sobre nada de eso, Pedro Alfonso—gruñó mirándolo fijamente—. No seré la clase de esposa que permite que su marido tome solo todas las decisiones y luego se sienta a su lado y dice: "sí querido... todo lo que tú digas cariño...".

La expresión de él se tornó sospechosamente soberbia.

—Lo siento, Pau —prosiguió, con voz casi convincente—. Tienes razón... —Vaciló por un instante. Parecía un niño a quien su madre acababa de pillarlo en una travesura.— Sucede que es muy fácil seguirle el juego a todos los demás cuando te encuentras en el medio y yo quiero tenerte a ti para mí, dentro de un ambiente al cual amo y al que pienso que nuestros hijos también aprenderán a amar. Pensé que sería maravilloso mantener la intimidad de nuestra pareja durante los primeros años de matrimonio, para que podamos construir una familia sólida para enfrentar lo que pueda venir después.

Paula se quedó pasmada. Al final, había resultado que todo ese arduo camino que ella había tenido que recorrer hasta llegar a aceptar su vida como la esposa de un político, había sido en vano.

— ¿Qué quisiste decir con eso de "lo que pueda venir después"?

Ella aún tenía dudas acerca de sí debía aceptar las disculpas de Pedro por no haberle informado a tiempo de sus planes, o sentirse feliz por los planes que él tenía, o comenzar a sospechar que se había casado con un dictador.

— Bien —respondió con el mismo tono—... existe una gran posibilidad de que dentro de algunos años, me decida a dedicarme a la política de lleno. Siempre pensé que toda persona debe reservarse algo para cuando necesite darle un cambio a su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario