domingo, 6 de diciembre de 2015

Romance Otoñal: Capítulo 27

Paula se ruborizó y el hecho de que ella no lograse responder algo de inmediato, hizo que John sospechara mucho más que si ella hubiese hallado una contestación a tiempo.

— ¡Aja! —dijo él, haciendo hincapié en la reacción de Paula, al tiempo que avanzaba hacia ella cual si fuera un fiscal intimidando a un pobre testigo que se hallaba a su merced—. Hubiera dado mucho de mí para poder haber sido un ratoncito muy pequeñito y poder espiar lo que sucedió en la residencia Alfonso anoche. —Al terminar la frase, Paula se sintió terriblemente incómoda. Gonzalo se echó a reír pero su mirada se tornó más benevolente. —Bien, bien, Pau. Creo que por hoy ya ha sido suficiente y, además, creo haber dado en el blanco.

Paula alzó la vista y por una décima de segundo, se le cruzó por la cabeza la idea de arrojarle lo que quedaba de su sidra en el rostro de John. Sin embargo, su hermano le leyó la intención antes que pudiera actuar y por ello se apartó de la zona de peligro.

— Hermanita —le imploró él pero sin arrepentirse de nada—. Ahora sí sé que he dado en el blanco. La única vez que tú te decides a tomar las armas en mi contra es por que estás perdiendo, ante mi avasallante victoria.

—Todo lo que ganarás en tu avasallante victoria es un buen golpe en la cabeza si no cierras tu bocota —gruñó—. Todo lo que hice fue conocer a ese hombre y por tan simple hecho no puedes presuponer que yo... —De pronto se interrumpió, y un rubor de culpa tiñó sus ya rosadas mejillas al recordar lo cerca que estuvo de hacer lo que en ese momento estaba negando con tanta firmeza.

Gonzalo adoptó una expresión muy amable y luego dejó deslizar:

—Y ¿por qué no? —dijo él con toda naturalidad—. La primera vez que ví a Lola, tuve que esforzarme por no abalanzarme sobre ella y poseerla allí mismo. Nosotros los Chaves sabemos qué es lo que queremos cuando vemos alguna cosa.

— Bueno pero una de los Chaves es un poco más circunspecta y no se dedica a hacer alarde de cualidades lascivas —comentó la joven secamente, tratando de controlarse para hallar una respuesta natural a los ataques constantes de su hermano.

Afortunadamente, Lola interrumpió lo que prometía ser una conversación mucho más embarazosa, por lo menos, en lo que a Paula se refería, insistiéndoles en que se ubicaran en la mesa para cenar antes que se enfriase la comida.

— He preparado el pastel de manzanas que, Paula quería —advirtió—, pero ninguno podrá probar ni una sola migaja si no se deciden a ir a la mesa ¡ahora mismo!

Ni Gonzalo ni Paula necesitaron de medio segundo más para ir corriendo a tomar sus lugares respectivos. Después de eso, con el maravilloso proyecto de disfrutar de las exquisiteces de Lola, el tema de los sentimientos de Paula por Pedro Alfonso caería rápidamente en el olvido... por lo menos, temporalmente. Sin embargo, la muchacha era consciente de que Gonzalo no era la clase de personas que dejaban las cosas como estaban una vez que averiguaban algún indicio interesante.

Paula se reprochó por no tener la habilidad suficiente como para salir del paso en los momentos críticos. En realidad, no era que la joven sentía aversión por compartir sus sentimientos con Alice y John; el problema era que para ella sonaba totalmente ridículo suponer un sentimiento profundo con un hombre después de haberlo visto sólo una vez... aun cuando él hubiese logrado seducirla poco después de haberla conocido, por así decirlo.

Para sorpresa de Paula, no fue Gonzalo sino Lola quien introdujo el tema de conversación nuevamente, luego de cenar, mientras recogían la vajilla de la mesa.

—¿Tienes algún interés en Pedro Alfonso? —preguntó ella en su estilo de "ir directamente al grano".

—¿Qué? —contestó perpleja, momentáneamente atrapada por pánico al escuchar tan abierto ataque.

—Ya me has oído —replicó severamente—. Sólo quiero saberlo para saber así cómo actuar. Es hora de que sientes cabeza, que te cases y tengas algunos niños. Y no se me ocurre nadie mejor que Pedro Alfonso para eso. Si yo no estuviera tan perdidamente enamorada de tu hermano, no perdería medio segundo para correr tras él.

Paula observó a su cuñada sin poder creer lo que oía. Finalmente, logró acomodar su voz para exclamar exasperada:

— ¡Lola! Vuelvo a repetir apenas conozco a ese hombre. ¿Y qué has querido decir con eso de "así como actuar?" Tus palabras sonaron como las de una mujer que planeaba elaborar una campaña para atrapar a un hombre.

Lola se veía imperturbable.

— No es una campaña —negó pensativa—, se trata de buscar una oportunidad. Por ejemplo: ¿qué cosa tendría de malo invitarlo aquí, a cenar con nosotros, ahora que hemos conseguido romper el hielo?

Paula  estaba fuera de sí.

— ¡Ni te atrevas! No voy a salir a la pesca de ningún candidato y mucho menos si se trata de un hombre que seguramente ha de tener mucho más tiempo para sus colegas que para una esposa y para sus hijos. No desearía compartir mi vida con todo el mundo.

Paula  sintió deseos de morderse la lengua al ver que los sosegados ojos de su cuñada se encendieron con un brillo de interés. Debió cortarle la pregunta antes que Lola lograse formularla.

— No estaré aquí el tiempo suficiente como para llevar a cabo ninguna campaña, aunque lo deseara y quiero que sepas que estoy en todo mi derecho de declarar el tema de Pedro Alfonso como un asunto totalmente terminado, ¿me has oído?

Lola inspeccionó lo ruborizadas que estaban las mejillas de la muchacha, así como también la mirada iracunda que tenía y ello le produjo una enorme satisfacción. Luego, asintió como dándole la razón.

—En lo que a mí respecta, está bien —dijo ella con gran calma—. Si tú no quieres hablar no lo haremos. —Después agregó: —Supongo que si él es la clase de hombre que aparenta ser, se buscará solo las oportunidades.

Paula  se sintió muy agitada por esa crítica implícita que Lola acababa de hacerle a Pedro, pero cerró la boca, decidida a no seguir el juego de su cuñada.

— ¡Perfecto! —declaró ella con simpleza—. ¿Te importaría cambiar de tema?

Se encogió de hombros y con gran tranquilidad dijo:

—Claro que no.

Durante el resto de la velada, se cuidó muy bien para no mencionar el nombre de Pedro Alfonso. No obstante, Paula sentía como si él estuviese presente, como si su imagen la acosara sin cesar... con tanto empeño, que hacía que perdiera el control de sí con una facilidad increíble.

3 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! ojalá Lola tenga razón y Pedro busque sus oportunidades de buscar a Pau!

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  3. Buenisimos!!! Espero ansiosa el nuevo encuentro de Pedro y Paula!!!

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