lunes, 30 de mayo de 2016

Volver A Amar: Capítulo 51

—Claro, cariño —asintió Paula un tanto ausente.

—¿La niña habló de mí? —preguntó Pedro.

—Oh, sí, señor Alfonso—la maestra sonrió—. Los niños tenían que escribir una oración sobre sus padres y luego leerla en voz baja. ¿Le gustaría ver lo que Martina escribió?

—Bueno…

—¡Papá, papá! —Martina llegó corriendo a buscar la mano de Pedro—. Ven a conocer a Tomás.

Él sonrió y alzó una ceja.

—¡Y ya quiere que conozca a sus novios! —comentó divertido a las dos mujeres, antes de ser arrastrado por la niña. La emoción en su voz no se escapó a ninguna.

La expresión de la señora Hernández se suavizó mientras los observaba alejarse, luego se volvió a Paula notando que la joven trataba de controlar las lágrimas.

—¿Es la primera vez que Martina llama papá al señor Alfonso—preguntó con gentileza.

—Sí —balbuceó Paula.

—Lo ama.

—Sí.

—Lo noté por lo que escribió sobre él. Se lo mostraré —la maestra se dirigió a su escritorio y sacó una libreta.

Eran sólo dos líneas, pues Martina aún escribía con dificultad, pero fueron suficientes para decir a Paula lo profundo de los sentimientos de su hija. "Quiero mucho a mi mamá, y quiero a mi papá nuevo más que al viejo".

Cerró la libreta muy despacio y miró en dirección de Pedro, que estaba en cuclillas charlando con Martina y Tomás. Sí, ella también quería más al "papá nuevo", que al "viejo".

Pedro se tomó un par de semanas durante las vacaciones de verano de Martina y los tres se fueron a la costa. Para Paula fue un período para conocer mejor a su esposo, y él también parecía más relajado. Por lo menos la relación se había convertido en una agradable camaradería para ambos cuando volvieron a casa.

Pero nada más había cambiado. Pedro seguía buscándola por las noches, amándola en silencio, tenso, como si la tomara en contra de su propia voluntad.

Paula le daba todo el calor de que era capaz, pero sabía que no era suficiente para Pedro. Y ya tampoco era bastante para ella. Buscaba con desesperación llegar al éxtasis en el amor, y le dolía saber que nunca lo alcanzaría. Pedro parecía percibir esa tensión.

—¿Qué pasa? —le preguntó una noche después de la cena y de haber acostado a Martina—. Pareces un poco inquieta.

—Es el fin del verano —comentó ella.

—Si apenas estamos en septiembre —insistió él.

—Nunca me ha gustado el invierno —Paula trataba de llevar la conversación por otros derroteros, pues en el fondo sabía que la causa de su inquietud era la difícil relación que mantenía con su marido.

—¿Te gustaría salir una de estas noches?

—¿Salir? —ella frunció el ceño—. Pero, Martina…

—Por una noche no le pasará nada, seguro. Además, apuesto a que Patricia se quedaría con ella encantada. Ahora la niña parece mucho más estable, ¿no crees? — agregó con suavidad.

Paula  trataba de ocultar su confusión.

—No te entiendo.

—Yo también leí lo que Martina escribió, Paula—le dijo con gentileza.

Se quedó pensativa un momento.

—No tenía idea de que sintiera eso acerca de Antonio.

Ella tampoco. Quedó muy afectada por lo que escribió Martina y había tratado de evitar que Pedro lo viera. Como siempre, él se mostró decidido y leyó las dos frases de la niña sin pronunciar palabra. De hecho, no había hablado del asunto hasta esa noche.

—Quizá siga enfadada con él porque la dejó… los niños no pueden entender ciertas cosas.

—¿Crees que eso es todo? —Pedro frunció el ceño.

—Estoy segura.

Él asintió.

—¿Te gustaría salir una noche, digamos, mañana?

—Yo no…

—A mí me gustaría, Paula.

Por supuesto que le gustaría, y ella estaba siendo egoísta. Hasta que la conoció, cuando pasaba casi todo su tiempo en Londres, era seguro que él había llevado una vida social muy activa. Era curioso, apenas si salieron una noche juntos durante su luna de miel, tal vez debido a lo extraño de su relación. Pero eso no tenía por qué impedirles salir; y Pedro tenía razón, Patricia podría quedarse a cuidar de Martina. De hecho ya se había ofrecido varias veces y Paula se había rehusado.

—Me gustaría mucho —sonrió al fin.

—Muy bien —la miró complacido, menos tenso—. Haré los preparativos.

Martina no comentó nada cuando le dijeron que se quedaría con Patricia esa noche y se fue a la cama felíz, a la hora de siempre.

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