domingo, 1 de mayo de 2016

Dos Vidas Contigo: Capítulo 34

Él negó con la cabeza.

-No. En realidad estoy instalando algo nuevo. Una ventana experimental que acabo de diseñar. De esa forma, si es un desastre, sólo podré culparme a mí mismo.

Ella sonrió.

-Pero tendrás que tragártela.

Él se encogió de hombros.

-La cambiaré.

Ella lo observaba con unos ojos que parecían ver más de lo normal.

-¿Por qué pareces incómodo cuando hablas de tus ventanas?

Pedro sonrió forzadamente.

-No quiero que se me conozca como el tipo de las ventanas solares. Me gustaría hacer cosas impresionantes sin tener en cuenta el material que use y que se me reconozca por mi calidad.

-Y eso es difícil por el éxito de la ventana.

Él asintió con la cabeza.

-En resumen, sí.

Ella asentía con la cabeza como si lo entendiera y él sintió un agradecimiento especial.

-¿Por qué has decidido ampliar tu empresa?

Pedro se encogió de hombros otra vez y deseó que ella se acurrucara entre sus brazos en vez de hacerlo en el brazo del sofá.

-Tuve un accidente y me sobraba el tiempo para pensar mientras me recuperaba. Siempre me ha encantado hacer proyectos y tengo gente muy creativa y competente en Filadelfia con la que puedo trabajar a distancia, de modo que decidí probar el mercado de Baltimore.

Ella lo miraba intrigada y estaba claro que pensaba en algo que no era la arquitectura, Pedro se preparó.

-¿Qué tipo de accidente?

-Uno muy raro -contestó él sin cambiar el tono desenfadado-. Dicen que no se da más de uno cada dos mil años. Yo jugaba al rugby y me dieron una patada en el pecho que me produjo unas lesiones internas muy graves.

Ella parecía espantada.

-Yo creía que el rugby no era violento.

-No creo que hayas pensado nada del rugby en tu vida -se burló él.

Ella sonrió.

-La verdad es que no. Se parece al fútbol, ¿verdad?

-Un poco, pero es mucho menos civilizado. Quizá algún día, cuando lleve una semana lloviendo y estés aburrida como una ostra, te explicaré la diferencia.

Pedro sonrió y ella le devolvió la sonrisa.

-¿Qué lesiones tuviste?

Él había esperado no tener que mentir descaradamente.

-Bueno, muchas cosas distintas -se tocó vagamente por el vientre-. Me operaron y la recuperación fue bastante lenta. Eso me permitió estudiar algunas ciudades y ver cuál era la mejor para mi empresa.

-Y elegiste Baltimore.

Él asintió con la cabeza y aliviado por haber dirigido la atención hacia algo distinto de la operación.

-Había tres candidatas en la Costa Este, pero Baltimore está cerca de Filadelfia, tiene buen clima y me gustó mucho cuando la visité.

Ella sonrió y levantó el vaso de agua para dar un sorbo.

-El clima no es tan bueno cuando llega el invierno.

-No me importa que haga un poco de frío, pero Boston, por ejemplo, está demasiado al norte y Orlando es insoportable en verano.

-¿Esas eran las otras dos alternativas? -le preguntó ella entre risas-. ¿De un extremo al otro?

-Efectivamente.

Se hizo un breve silencio entre ellos, un momento cálido y agradable que él habría deseado que no terminara nunca. Luego, él se acordó de cómo la había encontrado al llegar. Había estado llorando y tenía los ojos irritados.
-Paula...

-Sí...

-Cuando llegué, ¿habías estado llorando? No me cuentes historias de alergias.

Ella suspiró.

-Es una historia muy larga... -¿Está grave Pilar?

Fue lo primero que él pensó, aunque ella lo hubiera tranquilizado.

-No, no -ella estaba realmente sorprendida-.

No le pasa nada grave.

-Entonces, ¿por qué llorabas? Ella dejó escapar otro suspiro.

-He retrasado las vacaciones de la familia.

-Siempre nos íbamos el cuatro de julio, pero este año, con mi nuevo trabajo, tendremos que ir en septiembre. Aunque sea a media jornada -añadió a la defensiva-, no puedo dejarlo todo y marcharme cuando quiera.

-¿Se lo esperaba Pilar?

-No. Se ha llevado... un disgusto. Dijo que le dolía la cabeza y que no podía cenar con nosotros. Me sentí fatal al disgustarla tanto.

-Ah, -Pedro hizo un gesto con la cabeza-. Las dos se llevan muy bien. Yo creía que las nueras odiaban a sus suegras.

Paula se rió.

-No en este caso. He sido muy afortunada. Es fantástica.

Se hizo otro silencio, pero no fue tan cómodo corno el anterior.

-Será mejor que me vaya -dijo Pedro al cabo de un rato.

A él le fastidió que ella no se opusiera sino que asintiera con la cabeza y se levantara. Después del momento que habían compartido en el descansillo, ella volvía a comportarse como si fueran meros conocidos.

3 comentarios:

  1. Qué tierna es esta historia, me tiene atrapada mal jaja

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  2. Buenisima la maratón!! Me quede con ganas de leer mas!!

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  3. Hermosos capítulos! Yo también me quedé con ganas de leer más!

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