lunes, 9 de mayo de 2016

Dos Vidas Contigo: Capítulo 57

-Paula...

-¿Por qué no cenamos aquí tranquilamente?

Pedro se quedó atónito.

-¿Por qué? Me gustaría ir fuera contigo y que otros se ocupen de nosotros - bajó la voz-. Me gustaría tenerte para mí solo durante unas horas.

-Yo... -ella dudó y él sintió que la intranquilidad le brotaba en el interior-. Yo preferiría no ir a ningún lado. Podemos estar solos aquí.

-No quieres que te vean conmigo en público, ¿verdad?

-No es eso...

-Entonces, sal a cenar conmigo.

Era un desafío y ella se mantuvo en silencio.

-No lo entiendo -dijo él-. Aseguras que no es para que no te vean conmigo, pero has hecho todo lo que has podido para no ir a ningún sitio donde pudieran vernos -intentó que no se le notara la furia-. Ya sé que no soy de sangre azul, pero creía que me querías.

-¡Te quiero! -exclamó Paula-, pero la gente dijo cosas espantosas de mí cuando me casé con Pablo y no lo soportaría si volvieran a hacer lo mismo.

-¿Qué cosas espantosas? -seguía sin entenderlo.

-Que yo era una caza fortunas -dijo amargamente-. Que me casé con él por su dinero; que había hecho todo tipo de inmoralidades por casarme con él. Si entonces dijeron todo eso, imagínate lo que disfrutarían si se enteran...

Se detuvo bruscamente.

-Si se enteran ¿de qué? -estaba seguro de que eso era la clave.

-De que estamos casi en la ruina –respondió pesarosamente.

Nunca se habría esperado esa respuesta.

-¿Tienen... problemas económicos?

-Pablo tuvo problemas -respondió ella con cierta ira en el tono-. Yo no tengo dinero, sólo los problemas que él me dejó.

Pedro lo comprendió claramente. Los cupones, el trabajo, la venta del caballo de Pablo, todo el traajo que ella hacía en la casa y el jardín...

-¿Qué le pasó? -le preguntó ásperamente.

Su padre había sido un jugador que le había hecho pasar momentos espantosos en su infancia. Notó que le dominaba la ira. ¿Cómo pudo Pablo hacerle algo parecido?

-No fue culpa suya -le defendió Paula-. Ya sabes la crisis económica que hubo. No sé qué pasó exactamente, pero hizo algunas malas inversiones. Sólo sé que cuando murió no tenía casi nada. Había perdido hasta el seguro de vida.

Estaba demasiado impresionado como para hablar.

-No puedes decírselo a Pilar -le dijo ella inmediatamente-. Por favor. Ella no sabe realmente lo grave que es. He intentado que comprenda que tenemos que tener cuidado con los gastos, pero...

-No se ha esforzado mucho -Pedro terminó la frase solemnemente al acordarse de las invitaciones a cenar de Pilar.

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