viernes, 6 de mayo de 2016

Dos Vidas Contigo: Capítulo 46

Lentamente, separó los rizos con la lengua hasta alcanzar la palpitante humedad. Sólo quería pensar en ella, en las caderas que movía contra él mientras aceleraba el ritmo y subía el tono de los sonidos de placer. Era un goce y por fin supo que ella estaba tan preparada como él para dar el siguiente paso.

Se levantó y la atrajo contra sí.

-No pares -balbuceó ella.

-No pienso -le recorrió todo el cuerpo con las enanos como si nunca fuera a tener suficiente-. El embarazo no te ha cambiado la figura -susurró.

-No -confirmó ella con voz ronca-. Ya era delgada y sólo engordé siete kilos que perdí en dos meses.

Él se dió cuenta de lo que había dicho, pero también se dió cuenta de que ella lo había tomado como una pregunta.

Le acarició el vientre y el triángulo de pelo que le cubría el montículo.

-Es el momento de tumbarnos.

Los dos se arrodillaron. La tumbó sobre la hierba y él se tumbó sobre ella.

Le apartó los muslos con los suyos hasta que la situación sólo tenía una conclusión posible.

Paula estaba silenciosa y él notó que sus piernas recuperaban algo de la tensión de antes.

Con un destello de intuición, supo lo que estaba pensando: que en ese aspecto, era muy distinto a su marido.

-Tranquila. Tranquila, corazón.

Siguió hablándola hasta que notó que se disipaba la tensión de sus muslos.

Entró lentamente en ella y fue avanzando poco a poco dentro del canal ardiente y deslizante. Estaba húmeda y se ceñía completamente a él. Notó que estaba temblando del esfuerzo que tenía que hacer para conservar la calma y facilitárselo a ella.

Por fin se encontró plenamente acogido.

-¿Estás bien, corazón? -le preguntó él.

-Lo estaré -contestó ella con voz trémula.

Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, ella clavó los talones en el suelo y apretó la pelvis contra él con un movimiento circular que lo frotaba contra su pubis. Ella explotó.

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