viernes, 13 de mayo de 2016

Dos Vidas Contigo: Capítulo 68

-Corazón. El te llamaba así. Yo no he llamado así a una mujer en mi vida.

Tenía la voz tan tensa como los nervios de ella, pero no podía evitar pensar que si todo aquello era verdad, él tendría que haberlo pasado muy mal.

-Tu color favorito es el rosa. Te dijo que quería casarse contigo en la cocina de la casa donde daban la fiesta en que se conocieron.

Hablaba en serio. Ni siquiera Pilar sabía eso. En aquel momento, ella se rió sin darle importancia. No volvió a acordarse hasta meses después, cuando Pablo volvió a pedírselo. Tragó saliva.

-¿Cómo...?

-Lo he visto. Tú sonreíste y fingiste no hacerle caso -extendió las manos cuando ella se quedó boquiabierta-. Hay una teoría...

-Alto -ella también extendió una mano y se quedaron en silencio-. Necesito un minuto.

-Conozco esa sensación -el tono era irónico.

Ella bajó la mano y se quedó dándole vueltas a la cabeza. Las consecuencias de lo que él quería hacerle creer eran asombrosas. Se acordó de otro día en el jardín.

-La primera vez que viste a Pablito...

-Me sentí abrumado -tragó saliva-. No estaba preparado para sentir lo que sentí: orgullo y felicidad. Fue como si yo fuera su padre.

-¿Cómo puedes explicarlo? -le preguntó bruscamente.

No estaba dispuesta a perdonarlo por haberle mentido, aunque fuera por omisión, pero tampoco podía negar que la historia era muy convincente.

Él sacudió la cabeza.

-No puedo. Hay una teoría sobre la memoria celular que se aproxima. Se piensa que ciertas experiencias se quedan grabadas en nuestras células, pero aun así, nunca se ha registrado algo tan detallado como lo que yo hevivido. Se han conocido casos de alguien a quien la gusta una comida que detestaba y que resultó ser la favorita del donante. Eso está documentado, pero que se hayan transmitido recuerdos concretos de la vida del donante... -negó con la cabeza-. Intenté hablarlo una vez, pero los médicos parecieron no darse cuenta de lo nítidos que eran los recuerdos. Me dió miedo que pensaran que estaba loco.

Ella asintió con la cabeza.

-No me extraña -se le ocurrió otra cosa-. ¿Le has dicho algo a Pilar?

-Claro que no -contestó con tono de espanto-. Ella sólo está contenta porque una parte de Pablo sigue viva en cierta forma y porque ha tenido la oportunidad de conocerme.

Paula se sintió muy aliviada.

-Menos mal.

Él tomó aire.

-Pablo debió amarte con cada fibra de su cuerpo porque si no, ¿cómo habría sabido yo...?

-Efectivamente -sintió miedo de aceptar lo que podía proponerle-. Nunca nos habríamos conocido si no hubiera sido gracias a la memoria celular o a lo que te trajera aquí.

-Eso no puedes saberlo. A lo mejor me habría gustado conocer a la familia de mi donante en cualquier caso -la miró con ternura-. Te aseguro que me habrías gustado aunque no tuviera las células de Pablo apremiándome.

Ella dudó.

-Y si tus sentimientos hacia mí sólo se debieran a que tienes el corazón de Pablo...

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