Pedro dejó que lo acompañara hasta la puerta.
-Lo he pasado muy bien -Pedro le acarició los brazos-. Dime que tú también.
Ella lo miró fijamente antes de bajar la cabeza.
-Yo también.
-Me gustaría volver a pasar un rato con Pablito y contigo.
Ella levantó la cabeza.
-¿Por qué?
Pedro la miró con una expresión burlona.
-Porque me gustas mucho y tu hijo es fantástico.
-Buena respuesta, pero antes de aceptar, quiero que sepas que no busco ningún tipo de... asunto.
-¿Qué te parece amistad y diversión?
Quizá ella no quisiera reconocerlo pero ya tenían un asunto entre manos.
Cuando fue a Baltimore sólo había pensado en verla, pero en ese momento sabía que era inútil intentar mantenerse lejado de ella.
Ella sonreía vacilantemente.
-Creo que podríamos intentarlo.
-¿Qué te gustaría hacer?
Ella lo pensó un rato.
-Podríamos hacer una comida en el campo. A Pablito le encanta estar al aire libre.
-¿Cuándo?
-Mañana. Es sábado y no tengo trabajo.
-Me parece muy bien. Pasaré a recogeros a mediodía.
Ella asintió con la cabeza y él la besó fugazmente ea los labios. Él habría preferido un beso de verdad' sentirla abrazada a él, que hubiera reaccionado como lo hizo el primer día en el jardín, pero notó que luchaba contra ella misma. Él no supo por qué, pero no estaba dispuesto a darle una excusa para volverse atrás.
-Hasta mañana -dijo antes de darse la vuelta para marcharse.
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