miércoles, 4 de mayo de 2016

Dos Vidas Contigo: Capítulo 41

Una noche, después de que Pilar se hubiera ido a acostar a Pablito, él esperó a que Paula fuera con él a la sala. Se habían acostumbrado a ver las noticias y comentarlas... y a besarse. La vio acercarse y pensó lo curioso que era que el momento más esperado del día era cuando ella se sentaba en el sofá y él le rodeaba los hombros con el brazo. Era muy afortunado y había estado a punto de echarlo a perder con el estúpido comentario sobre el día que se licenció. Todavía no sabía por qué lo había dicho, pero mientras lo hacía, tenía una imagen mental muy clara y precisa.

«...llevaba el birrete y la toga y corría sonriente hacia él mientras agitaba el diploma. El extendió los brazos y ella se arrojó a ellos para besarlo entre risas y gritos.

-Lo único que habría hecho que este día fuera mejor habría sido que estuviera papá.

-Lo sé -le secó las lágrimas con los pulgares y volvió a besarla-. Ojalá estuviera, pero ya sabes que yo siempre me ocuparé de tí».

Al acordarse, él notaba una sensación de desasosiego. Había empezado a recordar más cosas y más claras, quizá pudiera explicarse racionalmente. La mayoría de las veces se negaba a pensar en ello, pero otras, se adueñaba de su cabeza y no podía evitarlo.

Como cuando jugó a la pelota con Pablito. Sintió una emoción muy intensa cuando le gustó al niño. Quizá, demasiado intensa. Como si la parte de Pablo Rodríguez que habitaba en él estuviera orgullosa de la hazaña de su hijo. Como si Pablo siguiera decidido a seguir en aquella familia de la única forma que podía hacerlo.

Hasta que Paula se sentó, se acurrucó en sus brazos como si lo hubiera hecho siempre y todos los pensamientos que no fueran ella se desvanecieron en el aire.

-Hola -él se volvió y le dió un beso debajo de la oreja-. ¿Ha ido todo bien durante el baño?

-Perfecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario