lunes, 16 de mayo de 2016

Volver A Amar: Capítulo 10

Paula también hubiera querido marcharse, pero Antonio había desaparecido del salón… y María Laura también.

—Ven conmigo —le pidió con delicadeza Pedro, llevándola hasta el ascensor.

Paula se echó atrás.

—Yo… ¿A dónde me lleva?

La boca masculina esbozó una amarga sonrisa.

—Sólo quiero alejarte un poco de todo este ruido —le dijo un tanto burlón.

El sitio donde la llevó resultó ser su oficina del piso superior. La guió a través de la amplia sala de espera y encendió las luces para dirigirse al gabinete de bebidas.

—Brandy, creo —murmuró sirviendo un poco de líquido en una copa, luego se la ofreció—. ¿Dónde estaba tu esposo mientras tanto? —le preguntó con voz áspera.

—Él... él salió a tomar un poco de aire —inventó ella. Dió un pequeño sorbo al brandy y de inmediato empezó a toser, al sentir que el líquido le abrasaba la garganta.Pedro se acercó para palmearle la espalda.

—Por Dios, niña —comentó impaciente—, ¡cualquiera diría que jamás habías probado el brandy!

—Pues no lo había probado —dijo ella tosiendo y tratando de contener las lágrimas.

Él arqueó las cejas y miró al cielo.

—¿Cuántos años tienes? Ah, sí, veinticinco —él mismo se respondió—. Pero no te gusta la vida social.

El comentario no necesitaba de respuesta, por lo que Paula prefirió permanecer en silencio.

—A tu esposo sí le gusta la vida… social —continuó él.

—Sí —replicó ella.

—Pero a tí no, ¿verdad? —insistió él.

—No.

—No viniste con él al baile del año pasado, ¿no es así?

Paula no resistió su mirada.

—No.

—¿Por qué no? —preguntó él con voz rasposa—. Las fiestas de la oficina son famosas por ser propicias para conseguir amores pasajeros.

Ahora sí que Paula levantó la vista, enfrentándose a su mirada imperturbable.

—¿Ah, sí? —preguntó sin mostrar interés.

—Sí —murmuró él—. ¿Por qué no estuviste aquí el año pasado?

Paula bajó la vista, fijándola en sus manos.

—Mi hijita se enfermó —musitó la joven, a sabiendas de que había hecho todo lo posible para no asistir, y que lo habría hecho aunque Martina no se hubiera enfermado, tal y como lo hizo esta vez, sin suerte—. Yo… me quedé en casa, cuidándola.

—¿Pero tu esposo no compartió tu preocupación? —la espetó.

—Era tan sólo un resfriado, y no creí que tuviera que perderse la… diversión — ella se encogió de hombros.

—¿Diversión?… —repitió Pedro con calma, mirándola incrédulo—. ¿A tí te gusta… divertirte? —le preguntó con suavidad.

—Yo… No… yo… —Paula se puso de pie—. Creo que será mejor que baje a buscar a Antonio —dijo con frialdad.

—¡No! —Pedro casi gritó, y en un momento se encontraba a su lado—. Lo siento, yo no quise implicar… ¡Ya no sé ni lo que digo! —gruñó adolorido.

Paula apenas tuvo tiempo de alzar sus azorados ojos antes de sentirse atraída a los brazos masculinos, y ver que la sensual boca de aquel hombre se acercaba con ternura hacia la suya.

—¡No! —trató de soltarse de aquel abrazo, pero él siguió adelante, y con su boca se apoderó de la de ella.

Hacía cinco años que nadie la había besado, excepto Martina, y aquella boca tan firme y de aspecto cruel la desconcertó; sin embargo algo en el movimiento de esos labios la atraía.

Paula no respondió ni se resistió, sino que permaneció impasible entre sus brazos hasta que al fin la soltó. Su rostro estaba lívido, su expresión agria. La joven se sintió aliviada de que no pudiera adivinar sus más profundas sensaciones.

—Así que, después de todo, amas a tu marido —dijo con dureza, apartándola de su lado.

—Sí —repuso ella sin mostrar emoción alguna, sabiendo que eso estaba muy lejos de ser verdad. Había dejado de sentir algo por Antonio, excepto tal vez temor, desde hacía varios años.

Pedro tragó saliva.

—Te llevaré de nuevo a la fiesta.

—Gracias.

—Paula…

—Antonio estará buscándome —lo miró con fijeza.

—¡Por supuesto que sí! —estalló él—. Tu marido, él… oh, olvídalo — interrumpió con impaciencia—. Te llevaré abajo, si eso es lo que quieres —dudó un momento, como esperando que ella dijera que no quería.

—Así es —respondió Paula con firmeza.

No pronunciaron palabra en el ascensor, ambos perdidos en sus pensamientos… y los de Paula no eran nada agradables.

2 comentarios:

  1. Muy buenos los 5 caps, lo odio a Antonio.

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  2. Muy buenos capítulos! No entiendo por qué Paula se deja humillar así.... Ojalá Pedro le enseñe a quererse y valorarse un poco!

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