viernes, 6 de mayo de 2016

Dos Vidas Contigo: Capítulo 45

Porque la amaba. Porque en un mundo normal, ella sería una viuda normal y él un hombre cualquiera y podrían pasar juntos el resto de sus vidas. Porque él no podría tener ese resto de sus vidas, pero tampoco iba a renunciar a su única ocasión de ser feliz sin algunos recuerdos que lo mantuvieran en pie.

Le soltó el cinturón que le sujetaban los pantalones cortos y se entretuvo introduciéndole un dedo por debajo del borde sedoso de las bragas. Lo pasó por el vientre de ella y cada vez profundizaba un poco más. Hasta que no pudo resistir más y le bajó los pantalones y las bragas con un solo movimiento. Luego la levantó para liberarla de ellos.

Su piel resplandecía en la oscuridad y él le recorrió el cuerpo con las manos. Empezó por los hombros, siguió por los pechos y bajó por el torso hasta alcanzar la delicadeza de su vientre. Luego le acarició los costados y la espalda hasta que la seductora hendidura de su trasero le invitó a introducir un dedo por debajo. Ella emitió un grito sordo y se agitó con impaciencia. Pedro se arrodilló, la acarició los muslos, la parte posterior de las rodillas y volvió a elevar las manos hasta posarlas en las caderas. Hizo una ligera presión para que ella juntara las piernas.

-Pedro -dijo ella con la voz entrecortada.

-Shhh. Un momento.

Apoyó la cara sobre los delicados rizos y sopló. Ella soltó un leve grito y las caderas se le estremecieron. Él bajó la cara por los muslos y ella los separó.

No estaba seguro de poder tomárselo con la calma que quería. De rodillas y con sus muslos bien separados, estaba rígido y palpitante y la suave brisa nocturna que lo envolvía era otra sensación excitante, aunque completamente distinta. Él también se estremeció con una punzada en la espalda y se aferró a los restos de su auto control.

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