lunes, 15 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 14

Paula se vió en medio de un torbellino de colores mientras sus labios tocaban los de Pedro por primera vez. Su boca era firme, cálida y tenía un sabor ligeramente picante. Ella tomó aire y una oleada de esencia masculina la invadió... Pedro...

Se moría por dejar sus dedos correr por su pelo, bajo la camisa de su pijama y por explorar el contorno de su pecho. Probablemente lo habría hecho si él no la hubiera sujetado aún firmemente por la muñeca.

Con la otra mano se agarraba a la barandilla de la cama con una fuerza que desconocía que tenía.

Él se retiró y ella se quedó como colgada, suspendida en un mundo de sensaciones que aún no estaba preparada para dejar. Sus ojos se abrieron lentamente y lo vió sonriéndole.

-Gracias.

-¿Gracias?

¿Por qué? ¿Por besarlo?

-Por quedarte -replicó él, divertido.

Y entonces se dió cuenta. Había sido un beso de agradecimiento. Ella estaba deseosa de volver a sentir sus labios de nuevo y, mientras, él le sonreía como un hermano mayor indulgente, contento por haberse salido con la suya. Ella se echó hacia atrás y se giró con tanta rapidez, que la larga trenza trazó un arco por encima de su hombro y aterrizó sobre su pecho derecho.

-No... no hay problema. Llamaré a la universidad y les diré que no volveré en breve.

Ella presentía que esa llamada no sería tan fácil de hacer, pero aunque significara perder su trabajo no abandonaría a Pedro. No mientras la necesitara.

Fede llegó con la cena y Pedro comió los deliciosos platos de pasta y las verduras al vapor con devoción.

-Esto es una gran mejora comparado con la comida que hacen aquí.

-Podrías hacer que te trajeran la comida -repuso Fede.

-He tenido muchas cosas de las que preocuparme -dijo Pedro, encogiéndose de hombros.

Paula  pensó que sus principales preocupaciones serían los negocios y salir andando de allí. Tal vez por ese orden.

-Una cosa que me preocupa es que Paula se quede en tu habitación del hotel. Eso no me gusta.

Fede miró a su hermano con interés.

-¿Por qué no?

-No es bueno para su reputación.

Paula no pudo evitar reírse ante esta afirmación.

-Pedro, estás anticuado. A nadie le importa si me quedo en la habitación de Fede.

-A mí me importa -informó Pedro, como sí eso fuera lo único que importara.

-Bueno, tú no eres mi guardián. Yo no tengo dinero para pagarme una estancia prolongada en un hotel -especialmente si perdía su trabajo.

-Yo lo pagaré.

-No, no lo harás -dijo ella, lanzándole una mirada heladora.

-Además, no hay ninguna necesidad de ello -añadió Fede-. En mi suite hay dos habitaciones, y ya que no quieres avisar a papá y mamá, la segunda se quedará vacía si Paula no la ocupa.

Ella pensó que el argumento de Fede sería suficiente, pero por la expresión de Pedro, estaba claro que no. Él la atravesó con la mirada de un modo que la hizo temblar.

-¿Permites que Fede se ocupe de tus necesidades y rechazas mi ayuda?

Ella contuvo un gesto de desesperación.

-No es lo mismo. A Fede no le cuesta nada dejarme la habitación que le sobra en la suite.

-¿Crees que esa ridícula suma me importa lo más mínimo?

-No, por supuesto que no -¿por qué estaba siendo tan irracional?—, pero ya estoy allí...

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