domingo, 14 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 12

Colgó y apartó la mesita con el portátil a un lado.

—¿Has estado muy ocupada haciendo turismo? —preguntó él con voz cortante.

—¿Turismo?— respondió ella, incrédula.

—No has venido a verme desde ayer por la mañana.

No tenía por qué hablarle con un tono tan acusador.

—Me dijiste que a Giuliana no le gustaba que viniera tan a menudo a verte.

—Eso no quiere decir que dejaras de venir del todo —sus ojos la miraban, reprobadores—. Podía haber vuelto a caer en coma y no te habrías enterado.

Estaba furioso y a ella, en el fondo, le encantaba. Era casi como si la hubiera echado de menos.

—Ya me tienes aquí —dijo ella con suavidad—, y Fede me lo habría dicho si hubieras empeorado.

—Sí, Fede... cómo compartes habitación con él...

—No compartimos habitación —le examinó la cara buscando el motivo de aquel enfado—¿te duele algo?

Él la dedicó una mirada heladora.

—Me han disparado y he sido atropellado por un coche conducido por un hombre que no podía ver su mano a un palmo de su nariz a plena luz del día. Por supuesto que me duele.

Su voz sonaba ultrajada y ella tuvo que ocultar una mueca.

—No creo que aquel hombre esperara que cayeras delante de él.

—Cegato —murmuró Pedro con un gesto de disgusto.

—Fede dice que salvaste la vida de la mujer. Atraparon al ladrón y tenía una lista de antecedentes bastante abultada, la mayoría de asaltos violentos, y había matado a dos mujeres.

Fede también le había dicho que le mujer había acudido al hospital a dar las gracias a Pedro, pero sus guardaespaldas tenían orden de no dejar pasar a nadie más que a su hermano, a Giuliana y a ella.

—No la dejaste darte las gracias.

—No necesito que me dé las gracias. Soy un hombre y no podía pasar a su lado y no hacer nada.

—Si te interesa mi opinión, eres más que un hombre normal —le sonrió ella—. Eres un héroe.

Sus ojos sonrieron un poco.

—Giuliana cree que todo esto —señaló a sus piernas inmóviles —es culpa mía.

Paula se levantó de un salto y le puso la mano sobre el brazo, en un gesto de protección.

—No, no debes pensar eso. Te comportaste como el mejor de los hombres y pagaste el precio, pero no debes dejar que eso te impida hacerlo de nuevo.

Él le tomó la mano y ella recordó el día anterior, la maravillosa sensación de su tacto y el sentimiento de ser utilizada para darle celos a Giuliana.

Ella retiró la mano y dio un paso hacia atrás.

—No voy a quedarme mucho tiempo más —dijo ella rápidamente.

—¿Por qué? ¿Tienes una cita romántica con Fede?—preguntó el, volviendo al enfado irracional de antes.

—Me va a llevar a cenar, pero yo no lo llamaría una cita romántica.

—¿Estás ilusionándote con poner fin a tu soltería con mi hermano? Él no está listo para asentarse aún.

Ella apretó los dientes.

—No me estoy ilusionando con nada, y mucho menos con la idea de casarme. Vamos a ir a cenar, porque a él no le importa estar conmigo.

—A mí no me importa estar contigo —dijo, señalándose al pecho con arrogancia—. Podrías cenar aquí conmigo.

—¿Qué pasa? ¿Giuliana no puede liberarse un momento de su ajetreada agenda de modelo para cenar contigo?- preguntó Paula con una amargura poco común en ella, aún enfadada por el modo en que él la había utilizado para poner celosa a la otra mujer el día anterior. Y el comentario acerca de su soltería tampoco había alentado sus sentimientos más caritativos, desde luego.

—Mi prometida no es asunto tuyo.

Paula se ablandó. No había estado bien decir eso y ella sabía que toda esa ira sólo escondía el dolor. Giuliana era una persona egoísta que no sabía anteponer los intereses de otra persona a los suyos. Pedro estaba cansado y con dolores, no sabía si volvería a andar y ella portándose como una bruja también...

1 comentario: