lunes, 22 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 35

Ella se notó enrojecer. Nunca habían hablado de su noche de bodas. Ella había asumido que él estaba contento con que ella durmiera en otra habitación dada su actitud acerca de hacerle el amor.

—Si tus negocios se gobiernan solos, entonces ¿por qué pasas tanto tiempo delante del ordenador y al teléfono? Por no hablar de las reuniones de trabajo... —había asistido a una el día anterior para demostrar a los accionistas que todo iba bien.

Según Fede, Pedro había estado muy convincente y a ella no le había sorprendido.

—Me doy cuenta de que ignoras la parte de las camas separadas.

Ella enrojeció aún más y se volvió intentando ocultarle su vulnerabilidad.

—Los dos sabemos por qué no duermo contigo, Pedro. Nuestro matrimonio no es real.

Unos dedos fuertes le agarraron la muñeca hasta que consiguió que ella lo mirara.

—¿Y por qué no es real nuestro matrimonio? —el brillo de sus ojos casi la quemaba.— Accediste a tener un hijo mío y a ser mi mujer. Te jure fidelidad y un montón de cosas más. ¿Qué hay de irreal en todo eso?

—Tú no pensabas con claridad. Ahora que has tenido tiempo de pensarlo, estoy segura de que te arrepentirás —ella intentó sonreír mientras las palabras que pronunciaban herían sin piedad su corazón —Podemos conseguir la nulidad y nadie sabrá nunca nada de esta locura de matrimonio.

Él la acercó aún más hacia él.

—Fede lo sabe y yo lo sé. Me juraste ser mi esposa.

—Pero no querías casarte conmigo realmente. Sabes que no querías. Yo sabía que te arrepentirías y lo has hecho.

—¿Y de dónde sacas esa conclusión?

¿Qué podía decir? «Para tí, besarme es una obligación». Aquello sonaría como si realmente le importase, lo cual era verdad, pero ella no quería que él lo supiera. Aún le quedaba un poco de orgullo en lo relativo a él. Al no responder ella de inmediato, él la miró con los ojos entrecerrados.

—Tal vez no se trate de que creas que yo he cambiado de opinión, sino que tú has cambiado de opinión.

Ella sacudió la cabeza.

—No. Para mí nada ha cambiado —respondió ella con sinceridad.

Él la miró fijamente. ¿Qué estaba buscando?

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