miércoles, 17 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 19

Fue sólo un leve beso en la barbilla, pero una vez allí, sus labios no quisieron separarse de la cálida piel de Pedro. Quería seguir besándolo, saborear su piel, recorrer su cuello, y aunque sabía que tenía que apartarse, no podía hacerlo. Se dijo que, después de un segundo más, se retiraría y le dejaría vestirse.

Entonces se dió cuenta de dónde estaba y qué estaba haciendo. Pedro apenas estaba vestido y ella estaba encima de él. Ella intentó recular, pero sus piernas quedaron abiertas contra su muslo, levantándole la falda. Quiso apoyar las rodillas para retirarse, pero sólo consiguió que su piel entrase en contacto íntimo con un cuerpo masculino por primera vez en su vida.  Se quedó paralizada.

La fina seda de sus bragas no servían como barrera para el calor del cuerpo de Pedro  y la estimulación erótica de sus piernas contra las de ella. Tema que haberse puesto medias en lugar de las botas y calcetines que llevaba, de ese modo, al menos sus muslos no estarían totalmente desnudos. Sintió que enrojecía de pies a cabeza por el calor causado por la vergüenza y el placer físico.

-Pedro, yo...

-Te has quedado de nuevo sin palabras, píccola mía -dijo, divertido.

Ella se sintió como una niña pequeña, pero nunca se había sentido tan mujer como un segundo antes.

-Lo siento -murmuró, mientras de nuevo intentaba retirarse, pero dos fuertes manos la retuvieron por la cintura.

-No tienes nada que reprocharte. Tu excitación es igual a la mía.

Ella lo dudaba. Mientras que él podía sentirse excitado por la idea de volver a andar, la de ella estaba mezclada con fuertes dosis de atracción sexual. Sus caras estaba frente a frente.

-Soy muy feliz, cara.

-Yo también -dijo ella, intentando controlar su respiración.

-Ya lo veo -dijo él, riendo.

-¿Sí? —preguntó ella tontamente, pensando en las mil posibilidades de colocar su boca contra la de él.


Los ojos miel llamearon y el hombre primitivo volvió a salir a la superficie cuando Pedro se dió cuenta de lo que estaba pensando.

-¿Han besado muchos hombres esta lujuriosa boquita?

-¿Qué?

¿Acababa de preguntarle si había besado muchas veces? No podía entenderlo...

Pedro no podía estar interesado en su historial de besos.

Cuando Pedro decidió descubrir por sí mismo su nivel de experiencia, dejó de pensar. Aunque ella estaba sobre él, sintió que sus labios la arrastraban y la retenían, cautiva de una dominación masculina puramente instintiva.

Ella sintió una mano que le sujetaba la nuca. Podría haberle dicho que no era necesario... si pudiera dejar de besarlo para decir algo.

Sus labios se movían con precisión y ella notó que los suyos se habían abierto sin que ella se diera cuenta. La lengua de Pedro recorrió sus labios antes de hundirse en su boca, compartiendo un beso íntimo que le había desagradado en el pasado. Con Pedro sintió una excitación que creía imposible y se dejó llevar por él.

Con las manos exploró el pecho desnudo de él mientras su lengua batallaba tímidamente con su agresiva masculinidad. Pronto, el mundo entero se redujo a su cuerpo bajo ella, su boca contra la suya y sus alientos unidos.

-¡Pedro! -el agudo grito procedente de la puerta sacó a Paula de sus sueños de sensualidad con una velocidad de vértigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario