miércoles, 24 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 44

—Lamento haberte hecho daño.

Ella vió que era sincero, pero no quería que se sintiera culpable por algo tan natural.

—No ha sido nada —dijo, intentando sonar todo lo sofisticada que no se sentía—. Se supone que siempre es un poco doloroso la primera vez.

—Menos doloroso que si hubiera sido una primera vez convencional, ¿no? Eres muy apasionada, pequeña.

—¡Pedro! No creo que sea necesario hablar de esas cosas.

—No tienes que sentirte tímida conmigo, tesoro. Soy tu marido.

Aquella frase le recordó a lo que él le dijo cuando admitió su virginidad ante él.

—Pedro, tu idea de lo que debe avergonzarme y lo que no, no se parece en nada a la mía.

—Eres muy inocente.

—Ya no.

Él la miró arrobado.

—No, tesoro. Ya no. Ahora me perteneces.

—Para bien o para mal— dijo, con una amargura inesperada.

—¿No estás contenta de estar casada conmigo? No lo creo después de lo de anoche —dijo él, frunciendo el ceño.

—Asúmelo, Pedro. Esta boda no es lo que ninguno de los dos hubiéramos deseado para nuestro futuro —y cuando pronunció esas palabras, se dió cuenta de lo reales que eran.

Pedro había planeado casarse con una supermodelo y ella quería casarse por amor.  Él le acarició la mejilla en un extraño gesto de cariño.

—Eso es verdad, pero rara vez las cosas salen como las habíamos planeado.

—Supongo que tienes razón —dijo ella, poniéndole la mano sobre el corazón— pero yo había pensado casarme por amor.

El la rodeó con el brazo y la miró de un modo que ella no supo interpretar.

—Tú me quieres.

Ella abrió la boca para replicar, pero él siguió hablando.

—No me niegues el regalo de tu amor —le colocó un dedo sobre los labios, cerrándoselos— lo atesoraré siempre.

Antes de confirmar o refutar sus palabras, ella expresó su preocupación en voz alta.

—Tú no me quieres.

—Tú me importas, tesoro. Te seré fiel —de nuevo le acarició la mejilla— Tendremos una buena vida juntos.

Ella no respondió. No podía hacerlo. Saber algo y oírlo eran dos cosas distintas, como acababa de descubrir. Ya sabía que Pedro no la amaba, pero había deseado secretamente que aquella insistencia en casarse con ella significara algo más. Oírle decir que sólo se preocupaba por ella y que vivirían bien era como recibir un impacto mortal.

Pedro no era su enemigo, pero en aquel momento le hizo más daño que todas las pequeñas crueldades de su madrastra a lo largo de muchos años. Paula auguró años de soledad en su matrimonio, deseosa de amor, pero la perspectiva más devastadora era que Pedro no estuviera allí.

Ella tomó aliento intentando no dejar ver sus emociones.

—Seguimos teniendo que levantarnos.

Él parecía querer seguir con la discusión, pero ella no podía aguantar más.

—Por favor —suplicó ella, sin importarle parecer patética porque no podía soportar aquella conversación un minuto más.

Él sacudió la cabeza.

—No te puedo dejar marchar así. Debes confiar en mí y creer que nuestro matrimonio será todo lo que un matrimonio debe ser.

—¿Querías a Giuliana? —pregunto en un ataque de masoquismo.

—Con Giuliana tuve sexo. En un momento dado, creí que era algo más, pero ahora todo lo que recuerdo es eso.

A ella no le gustaba que él recordase el sexo con Giuliana. Sexo real. Algo que ellos no habían podido experimentar aún.

—¿Y conmigo?— preguntó ella.

— Es infinitamente más.

—Pero no es amor —dijo ella, preguntándose por qué se forzaba a pasar por todo aquello.

Su gesto se endureció y pareció buscar las palabras, que, cuando llegaron, no resultaron ser las más apropiadas.

—Nosotros tenemos una historia.

—Giuliana y tú también tienen una historia.

—Giuliana es el pasado y tú eres el presente.

—La mujer a la que no amas pero que no dejas marchar.

—¿Quieres marcharte?

Ella tragó saliva, incapaz de pronunciar una mentira tan grande.

Él tiró de ella para colocarla sobre su pecho, excitándola cuando aún luchaba por contener sus emociones. Cuando sus rostros estuvieron a pocos centímetros de distancia, le dijo.

—Sé que no quieres.

—No —dejarlo sería como si le amputaran una pierna sin anestesia, pero vivir sin amor sería tan doloroso como tener una herida siempre abierta.

Mirándolo a los ojos, ella descubrió una chispa de esperanza. Él no quería dejarla marchar. Aquello tenía que significar algo. Tal vez no la quisiera, pero tenían por delante una vida juntos. En algún momento, se daría cuenta de que ella era la mujer perfecta para él. Pedro era inteligente.

3 comentarios:

  1. Ayyyyy, qué lindos caps, ojalá Pedro se de cuenta que se enamoró de Pau.

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  2. Muy buenos capítulos! Pobre Pau escuchar que no la ama! Ojalá Pedro cambie de idea pronto, y decida abrirle su corazón!

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