viernes, 26 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 47

Paula se sobresaltó y la expresión de desagrado de Pedro se hizo más evidente, pero Ana sacudió la cabeza con los ojos llenos de cariño y sabiduría.

—Las cosas pasan siempre por un motivo. Pedro se curará, pero este accidente... ha impedido que cometiera un error con ese matrimonio —su expresión se tornó en desagrado— Esa chica sólo se preocupaba por su ropa.

Paula miró a Pedro, preocupada por su fría expresión.

—Giuliana es modelo, mamá, no bailarina de strip-tease.

Paula  se mordió un labio. Pedro estaba defendiéndola con demasiado fervor como para no seguir enamorado de ella. Intentó convencerse a sí misma de que era sólo el orgullo y que le costaba admitir sus errores, pero aun así aquello le dolía.

Ana arrugó los labios.

—En mi época, las chicas italianas decentes no se desvestían delante de extraños ni se exhibían ante los demás casi desnudas. ¿Te imaginas a Paula haciendo algo así?

Pedro la miró y ella apartó la mirada. Odiaba ser comparada con Giuliana.

—Soy demasiado bajita como para que me ofrezcan un contrato como modelo —le dijo ella a Ana.

—No sé yo... Más bien creo que la lencería te sentaría mejor que a Giuliana y a todas esas modelos tan delgadas —dijo Fede con un tono realmente malvado— Ya he visto lo bien que te sienta el bikini.

Entonces fue el turno de Ana de protestar.

—¡Federico! ¡No es apropiado que hagas esos comentarios acerca de tu cuñada!

Fede se encogió de hombros.

—Si la he ofendido, lo siento —se giró hacia ella, mirándola travieso— ¿Te he ofendido, píccola mía?

Ella sacudió la cabeza, no sabiendo qué decir. Su comentario la había avergonzado, pero no se había enfadado. Sabía que le hablaba como a una hermana y así se lo tomó. Eran las bromas de un hermano mayor.

—Me has ofendido a mí —declaró Pedro fríamente.

—No puedes decirlo en serio— respondió Fede—. Si te hubieras casado con Giuliana, habrías tenido que acostumbrarte a que ese tipo de comentarios aparecieran en los periódicos, no sólo en palabras de tu hermano.

¿Qué intentaba Fede? ¿Quería que Pedro perdiera los nervios?

—Pero no me he casado con Giuliana, ¿O sí? —preguntó Pedro, con voz peligrosamente suave.

—No, y damos gracias por ello —añadió Horacio, sin que ello ayudara a suavizar la ira de su hijo mayor.

Aunque cambiaron de tema después de aquello, la hora siguiente que pasaron poniendo al día a los padres de Pedro acerca de todo lo que había pasado resultó muy tensa para Paula. No podía olvidar cómo había defendido Pedro a Giuliana.

Cuando la conversación se desvió al tema de los negocios, las dos mujeres se excusaron y Ana  pudo enseñarle a Paula todas las compras que había hecho en el viaje.

Paula  pasó las manos sobre una colcha bordada.

—¡Es preciosa! Debieron tardar un año en hacerlo —la seda violeta estaba cubierta de lirios púrpura y hojas verdes entrelazadas como una hiedra.

Ana sonrió, contenta con su compra.

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