viernes, 26 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 46

Cuando los padres de Pedro llegaron aquella tarde de su viaje se encontraron con la doble noticia del accidente de su hijo y de que por fin había logrado sostenerse en las barras paralelas.

Ana abrazó y besó a Pedro con toda la exuberancia italiana.

—Hijo mío, ¡tú consigues todo lo que te propones!

—No es que haya sido el logro del siglo— respondió él mirando a Paula de lado por haberlo dicho.

Sus padres estaban confundidos. Ambos habían alabado a Pedro por ayudar a la mujer en apuros, pero, como era de esperar, la madre de Pedro se emocionó al ver a su hijo en la silla de ruedas. Paula había mencionado el logro de Pedro para centrar la atención en los progresos que estaba haciendo y no en los resultados visibles del accidente.

—Está claro que dentro de muy poco tiempo volverás a andar —dijo Paula.

—Por supuesto que sí —dijo Ana.

Comprensivo con el orgullo masculino de su hijo, Horacio no dijo nada ante las buenas noticias de Paula.

—Mira como se impone ante él —comentó en su lugar— Nuestra Paula no es ninguna debilucha.

Los ojos marrones del padre de Pedro le lanzaron un guiño aprobador.

—Ay, ay, ay... Aún no me puedo creer que mi hijo haya tenido el sentido común de casarse con nuestra chica —respondió Ana, sentándose en el sofá al lado de su marido, frente a Pedro.

Horacio, un hombre imponente, sólo un poco más bajo que Pedro, abrazó a la que era su mujer. Desde hacía más de treinta años.

—Tiene buen gusto como su padre.

Ana enrojeció y dió un golpecito a su marido en la mano.

—¡Oh!.

La risa masculina de Federico hizo que Paula se girara hacia él justo cuando le hacía un guiño a su padre.

—Yo diría que el gusto de Pedro ha mejorado mucho en los últimos seis meses.

Horacio afirmó.

—Sí... su corazón está más vacío que mi cuenta corriente después de que tu madre se fuera de compras en Corfú.

Todos rieron menos Pedro.

—Quieres decir que no sé elegir a mis prometidas.

Fede se encogió de hombros.

—Has mostrado mejor gusto eligiendo mujer, en mi opinión.

—Podemos agradecerle a Dios que se diera cuenta a tiempo —dijo Horacio con la falta de tacto que sólo se permite a un padre.

—¿O tal vez al conductor del coche? —preguntó Ana con expresión pensativa.

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