domingo, 14 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 11

—Lo es cuando te aprovechas de la generosidad de la familia de mi prometido.

—Deja de hacerte la mala y ven aquí. Quiero mi beso de buenos días —pidió Pedro a Giuliana.

Él tampoco se había molestado en negar que ella se estuviera aprovechando de la situación, y a Paula le pareció que él opinaba de la misma manera que su prometida.

Le había dicho que no pasara tanto a verlo, pero había llamado la atención a Giuliana por ser brusca con ella. Era algo.

Con todo, tal vez fuera el momento de volver a Massachusetts. Llevaba poco tiempo en el puesto y aún no tenía derecho a vacaciones, y dado que Pedro no era pariente suyo, la administración de la universidad no consideraría su ausencia como una emergencia familiar. El jefe del departamento ya le había dicho, a modo de amenaza encubierta, que debía estar dando clase el lunes siguiente.

Giuliana estaba obedeciendo a Pedro con un entusiasmo fuera de lo común y Paula se volvió para conceder más intimidad a la pareja, pero el beso no acababa nunca.

Finalmente, el dolor de ver al hombre al que amaba besando a otra mujer fue tan fuerte, que salió de la habitación, segura de que no notarían su ausencia.

—Te dije que le gustabas —se oyó decir a Giuliana.

Paula sintió que la vergüenza la encendía. Había pasado ocho años acunando su amor en secreto y ahora se burlaban así de ella. Estaba furiosa con Pedro también por haberla utilizado para poner celosa a su novia. Todas aquellas caricias sólo habían sido para poner firme a Giuliana. Era evidente que Pedro estaba tan disgustado por las fugaces visitas de su novia como Fede y ella.

—Los sentimientos de Paula por mí no son asunto tuyo —Pedro notaba la hiel que había en su voz pero no intentó esconderla.

El beso de Giuliana no le había hecho olvidar su agresiva actitud frente a Paula, algo que él no iba a tolerar.

—Y no volverás a hablarle como lo has hecho cuando has llegado. Su interés sincero por mí no tiene nada de ridículo.

Giuliana abrió los ojos en un gesto de sorpresa.

—¿Cómo puedes decir eso? Los sentimientos de otra mujer por ti son desde luego asunto mío.

—Paula no supone ninguna amenaza para ti —pero cuando pronunciaba aquellas palabras se preguntaba si la habría besado si Giuliana no hubiera entrado en ese momento.

No se creía capaz de hacer algo tan deshonroso. Quería a Giuliana, pero no había querido soltar la mano de Paula y la suavidad de sus labios le había emocionado de un modo que no lo había hecho el largo beso de Giuliana.

—Es una pequeña idiota y me enfurece que no te des cuenta de ello —las lágrimas de su prometida no conseguían emocionarle como otras veces.

Ella había pasado muy poco tiempo al lado de su cama y sus protestas acerca de Paula simplemente no tenían sentido.


Paula esperó hasta la tarde siguiente para volver a visitar a Pedro.

Él estaba hablando por un teléfono del hospital y tecleando en un ordenador portátil cuando ella entró. Ella le dedicó una sonrisa. Nada podía mantener a Pedro apartado de sus negocios mucho tiempo. Él levantó la mirada y le señaló una silla al lado de la cama para que se sentara hasta que acabara de hablar por teléfono.

La sombra bajo sus ojos le hacía parecer cansado, pero su pelo parecía más oscuro aún y estaba limpio y peinado como de costumbre. Llevaba un pijama azul oscuro de seda que parecía recién estrenado. Probablemente lo fuera: ella no podía imaginarse a Pedro como al tipo de hombre que dormía con pijama.

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