lunes, 15 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 16

Él le acarició la cara. Después, apartó la mano.

-No debes avergonzarte de hablar de estas cosas conmigo.

¿Cómo podía evitar que hablar de eso la avergonzara? Ni siquiera había admitido su falta de experiencia hablando con sus amigas en la universidad, pero como no quería presenciar otra explosión de ira, decidió callar.

Ella se intentó levantar, pero sus brazos alrededor de su cintura se lo impidieron.

-¿Pedro?

-Eres muy inocente.

Ella hizo una mueca. Eso ya estaba claro.

-Si has acabado de hacer el análisis de mi falta de vida amorosa, ¿podrías dejar que me levantara?Quiero volver al hotel.

Pedro movía la mano descuidadamente por su cintura y ella estaba a punto de volverse loca o de entrar en un trance de lujuria.

—Te cambiarás a otra habitación.

—No —la firme negativa de Fede la sorprendió-. Esto es Nueva York, Pedro, y no es aconsejable que Paula esté sola en una habitación, incluso si es un hotel con seguridad.

-Entonces mandaré a mi personal de seguridad para que vigilen su habitación.

La conversación se estaba haciendo cada vez más extraña. Fede meneó la cabeza en una decidida negativa.

-¿Cómo puede ser mejor para ella estar en la habitación de un hotel con desconocidos que conmigo?

Ella volvió a mirar a Pedro. Él estaba pensativo.

-Tal vez debamos hacer que Giuliana se traslade a la suite también.

-¡No! -gritaron Fede y Paula a la vez.

Pedro enarcó las cejas.

-¿Qué os molesta de eso?

¿Cómo podías decirle a un hombre que no soportabas a su prometida? Paula se aclaró la garganta, intentando pensar en una forma delicada de decir que se negaba rotundamente a compartir su espacio vital con esa bruja egoísta.

-Paula me contó lo que Giuliana le dijo -dijo Fede, con una nota clara de desaprobación en la voz-. Los celos infundados de tu prometida eran la razón por la que Paula pensaba volver a Massachusetts.

-¿Ahora intentas protegerla de mi prometida? -preguntó Pedro-. ¿Estáis seguros de que no tienen nada que decirme?

Ella ya se había cansado del arrebato de super protección de Pedro. No era ninguna damisela en apuros que necesitara protección; había vivido por su cuenta, si no físicamente, sí emocionalmente, desde mucho antes de la muerte de su padre, o tal vez Pedro pensara seriamente que ella quería casarse con el más joven de los hermanos Alfonso.

—Esto es ridículo. No voy a lanzarme sobre Fede al más mínimo descuido.

-Pero no puedes estar tan segura de que yo no lo haga -replicó Fede con humor.

La mano de Pedro sobre la cintura de Paula se tensó.

-Tu humor está mal orientado.

-Al igual que tu mano, sobre todo teniendo en cuenta que estás comprometido con otra mujer -dijo Fede, provocador.

Pedro no retiró la mano y contestó.

-Ella es casi de la familia.

-¿Sí? -preguntó Fede—. Lo dudaba.

-¡Yo estoy cansada de esta conversación! -golpeó a Pedro en la mano. Este la soltó y ella se pudo levantar.

Con los brazos en jarras, se dirigió a Pedro.

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