lunes, 15 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 15

Dejó el tenedor a un lado y se permitió mirarlo a los ojos por primera vez en una hora.  Se sentía una completa idiota después de lo del beso.

-No sé por qué estás tan preocupado, Pedro. Mi nombre no aparece en las revistas del corazón y a nadie le importa con quién duermo.

Su expresión se volvió salvaje y ella se encontró apartándose de él.

-¿Has compartido cama con un hombre alguna vez?

En su cara había más fuego que en la erupción del Vesubio que arrasó Pompeya.

-Eso no es asunto tuyo.

—No estoy de acuerdo con eso —parecía a punto de levantarse de la cama y zarandearla hasta sacarle una respuesta, y aún sabiendo que aquello no iba a ocurrir, un escalofrío le recorrió la espalda.

Ella miró a Fede para pedirle ayuda, pero parecía estar divirtiéndose demasiado con la conversación como para salir en su ayuda. Volvió a mirar a Pedro, pero su expresión no se había ablandado en absoluto.

-De verdad, no quiero hablar de eso contigo.

-Dime el nombre de ese hombre.

Cielos. ¿En qué momento su silencio se había convertido en un «sí»? ¿y quién le daba derecho a someterla a ese interrogatorio? Si Giuliana aún era virgen, Paula bailaría desnuda en el último piso del Empire State.

-¿Me estás diciendo que Giuliana y tú se acostaron?

—Eso no está bajo discusión.

-Podemos hablar de todo.

-Estás roja. Estás avergonzada, ¿verdad?

¿Por qué molestarse en negarlo? Él sabría que estaba mintiendo.

-Sí.

-Una mujer con experiencia no se sentiría tan incómoda -dijo él, con un gesto complacido.

Esa fue la gota que colmó el vaso.

-¿Estás seguro de eso? Tal vez me haya acostado con montones de hombres. Tal vez ahora esté compartiendo cama con Fede y lo de la suite de dos habitaciones sea sólo una artimaña.

Ella se dió cuenta de que se había dejado vencer por su temperamento un segundo antes de que él explotara. El frío Señor de Negocios Italiano lanzó la mesita portátil con su cena al otro lado de la habitación y empezó a gritar a Fede.

Paula hablaba italiano con fluidez, pero no entendía muchas de las palabras que estaban pronunciando, aunque podía adivinar que eran juramentos. El rostro sonriente de Fede estaba serio y sorprendido mientras intentaba convencer a Pedro de que había sido una broma, pero la furia de Pedro no disminuyó. Si hubiera sido capaz de moverse, su hermano estaría tumbado de espaldas en el suelo, ella no tenía ninguna duda de ello.

-¡Por Dios! -ella saltó de la silla y se puso entre los dos -. ¡Cálmense! No he dicho que eso fuera verdad, era sólo una hipótesis.

Pedro la tomó por la cintura y ella se encontró de repente sentada en la cama a su lado. Él le sujetó la barbilla con una mano, obligándola a mirarlo.

-¿Te acuestas con mi hermano?

-No. Nunca he estado con un hombre -admitió ella, pensando que la verdad era lo único que podía arreglar aquella situación.

-Pero me provocaste haciéndome creer que sí -dijo Pedro, con una mirada iracunda.

Ella seguía sin comprender por qué aquello era tan importante. Tal vez él se sintiera responsable por ella de algún modo desde la muerte de su padre, a pesar de que la hubiera ignorado durante todo el año anterior... tal vez lo sintiera así a pesar de todo.

—No te estaba provocando. Me has hecho avergonzarme y me he enfadado. La mayoría de las mujeres no son... —no podía pronunciar la palabra- bueno... a mi edad la mayoría de las mujeres ya tienen experiencia.

-Pero tú no.

-No -admitió ella con un suspiro.

Si él se casaba con Giuliana, probablemente la cosa no cambiara nunca.

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