domingo, 21 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 28

—Pedro, ¿sigues queriendo a Giuliana?-—preguntó sin rodeos.

El resto podía solucionarse, pero no iba a casarse con un hombre enamorado de otra mujer.

Su cuerpo se tensó y se apartó de ella.

—Mis sentimientos por Giuliana no son asunto tuyo.

—¿Cómo puedes decir eso? Quieres que me case contigo pensando que estás enamorado de otra mujer. Eso es una crueldad, Pedro.

—Porque tú me quieres, ¿verdad?

—No pongas en mi boca palabras que yo no he dicho. Estamos hablando de tus sentimientos.

—No. En absoluto. Cualquier cosa que sintiera por Giuliana es cosa del pasado, como ella.

¡Ojalá fuera verdad!, pensó ella.

—¿Por qué quieres casarte conmigo? —tal vez si le hacía enfrentarse a sus razones se daría cuenta de que no estaba siendo realista.

—Ya te lo dije ayer. Ya tengo edad para casarme. Mi madre espera una nuera y yo quiero hijos. Y tú y yo nos llevamos bien, cara. Serás una madre y una esposa admirables.

Aquello era todo un discurso para un hombre como Pedro.

—¿Quieres casarte conmigo porque seré una buena madre?

Él sacudió la cabeza.

—También creo que serás una buena esposa. Ya conoces mis limitaciones. No esperarás más de lo que yo puedo darte.

¿No? Tal vez no, pero eso no significaría que no lo deseara. Ella se quedó con una frase «Conoces mis limitaciones». Aún seguía obsesionado por la parálisis temporal. Ella se dio cuenta de que no tenía opciones reales. Ahora Pedro se sentía vulnerable, y para un hombre como él, aquello era una tragedia. Ahora no podía aumentar esa vulnerabilidad rechazándolo.

Pero no podía engañarse a sí misma creyendo que la decisión era totalmente altruista. Si se casaba con Pedro, volvería a tener una familia. Se había sentido muy sola después de la muerte de su madre, pero mucho más aún después de que Pamela, la segunda esposa de su padre, la desterrara eficientemente del círculo familiar.

Los Alfonso habían sido muy amables, pero nunca habían sido nada suyo. Ella no era de la familia, pero si se casaba con Pedro, aquello lo cambiaría todo. Ella volvería a tener un hogar, un lugar en el mundo que considerar suyo. Y cuando llegaran los niños, tendría aún más. Volvería a compartir el mismo vínculo que había tenido ella con su madre, aunque esa vez sería ella la madre.

—Me casaré contigo.

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