domingo, 14 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 10

¿Cómo una hermana pequeña? Ya sabía que él la consideraba como tal, pero para ella, él no era un hermano mayor y sus sentidos estaban a punto de amotinarse por el calor de su tacto en su mejilla y en su mano.

—Me parece bien.

Él le pasó el pulgar por los labios y ella tembló. Sus ojos miel se volvieron de acero.

—¿Tienes frío?

—No —susurró ella. ¿Por qué la tocaba de aquel modo?

—¿Qué está ocurriendo aquí? —la voz furiosa de Giuliana rompió la magia del tacto de Pedro y Paula  dio un salto hacia atrás.

Ella había olvidado que tenían las manos entrelazadas, pero él no la soltó. Paula intentó soltarse, pero Pedro no la dejaba. Estaba mirando a Giuliana con gesto impenetrable.

—Estoy hablando con Paula. Ella no está tan ocupada como otras y puede dedicarme más de cinco minutos.

Paula se dio cuenta de dos cosas de inmediato: Giuliana estaba celosa y Pedro lo sabía.

—He hablado con Paula acerca de dejarte tu sitio a mi lado, pero debes estar aquí para ocuparlo, bella.

El bello rostro de Giuliana se encendió y su mirada se quedó fija en las manos entrelazadas.

—Tengo trabajo. Ya sabes que no puedo pasar todo el día en el hospital como hace tu mascota.

—Ella también tiene un trabajo, pero encuentra tiempo para venir.

Como él no se había molestado en protestar por lo de la «mascota», lo hizo ella. Le dio un golpe en la mano, fuerte, y él la soltó.

—Yo no soy la mascota de nadie, Giuliana. Soy una amiga y no había pensado que mis visitas a Pedro  pudieran molestarte tanto.

La expresión de Giuliana no cambió.

—¿Esperas que me crea eso después de cómo te has comportado a lo largo de la pasada semana? Fede me trata con condescendencia y sigue insistiendo en que tú te quedes en la suite de su hotel.

—¿Compartes la habitación con Fede? —preguntó Pedro, y su voz tenía un tono reprobador.

—Hay dos habitaciones en la suite. Yo estoy usando una de ellas hasta que lleguen tus padres.

—No van a venir.

—Desde luego que no, si no les llamas —dijo ella.

—No es apropiado que te quedes con un hombre soltero en su suite —dijo él, ignorando su protesta.

—Sería aún menos apropiado que durmiera en mi coche.

—Per favore, ahórrate los dramatismos —se burló Giuliana.

Paula quiso abofetear aquellos preciosos labios rojos, pero no era una persona violenta, al menos no lo había sido hasta entonces. Tenía que haber una primera vez para todo.

—Dónde duerma yo no es asunto tuyo —dijo ella con firmeza.

Giuliana miró a Paula con desdén.

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