miércoles, 1 de junio de 2016

Volver A Amar: Capítulo 55

Martina  no recibió la noticia del viaje de su padre con mucha alegría, y se despidió de él con tristeza infinita.

—No tardaré mucho —le aseguró con dulzura a la pequeña.

—¿Volverás? —la niña hizo la pregunta que Paula no se había atrevido a formular.

Él miró a su esposa. En su semblante sólo advirtió un exterior frío y una expresión calmada.

—Claro que volveré —se inclinó a decirle a Martina—. Antes de lo que te imaginas —luego se volvió a Paula—. Me tengo que ir ya.

—¿No puedes quedarte a cenar? —le preguntó ella. No quería que se fuera.

Odiaba la distancia emocional que los separaba y se desesperaba al no poderla salvar.

—No, no tengo tiempo. Lau me está esperando —agregó para que sólo ella lo oyera.

—¿Lau?… —Paula tragó saliva.

—Sí —le confirmó él— Está afuera, en el coche —recogió la maleta y la besó con suavidad en la mejilla antes de marcharse.

No supo cómo se las arregló para no estallar en sollozos, pero tenía que ser fuerte, por Martina.

La chiquilla estaba inconsolable por la partida de Pedro. Por fin, Paula consiguió calmar a su hija, asegurándole que Pedro volvería pronto y que con seguridad las extrañaba tanto como ellas a él.

De lo último no estaba tan segura. María Laura Benítez estaría con él en Londres, y Pedro había aceptado que Lau solía ser su amante cuando viajaba con él. ¿Volverían a ser amantes esa noche? La idea la atravesó con un dolor intenso. No podía soportar que Pedro la traicionara con aquella mujer.

El teléfono sonó después de las nueve y ella se apresuró a contestarlo para no despertar a Martina; había tardado siglos en quedarse dormida.

Cuando oyó la voz de Pedro no supo si reír o llorar.

—¿Estás bien, verdad? —le preguntó preocupada.

—Estoy en Londres —le confirmó—. Sólo quería asegurarme de que Martina estaba bien.

¿Martina ? ¿Y ella, qué?

—Martina está dormida —le dijo con sequedad.

—¿Algún problema?

¡Tanto interés le demostraba que bien podía estar hablando con su ama de llaves!

—Martina estuvo un poco inquieta, pero ya está bien —le aseguró con el mismo tono frío que él estaba utilizando.

—Bien —dijo Pedro—. Te daré el número de la oficina y del departamento por si me necesitas. Olvidé hacerlo antes.

¡Claro, porque había estado muy ansioso de escapar! Además Paula sabía que, no importaba lo que pasara, no podría llamarlo a ninguno de los dos números. Tenía miedo de que María Laura Benítez contestara.

Mientras estaba en la cama esa noche, tuvo que aceptar la verdadera razón por la que temía a María Laura benítez. Ella le había robado un marido, un marido que odiaba y temía, pero si le quitaba a Pedro también, le estaría quitando al hombre que amaba. ¡Amaba a Pedro Alfonso!

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