lunes, 20 de junio de 2016

Propuesta Arriesgada: Capítulo 50

—¿Podría darnos el nombre de su acompañante, señor Alfonso?

—¿Se conocieron en el avión o viajaron juntos?

—¿Es su esposa, señor Alfonso?

O tal vez su prometida…

—Señor Alfonso…

Pedro los miró con serenidad a pesar del continuo ruido que los rodeaba.

—Limiten sus preguntas a mi vida profesional y obtendrán respuestas — aconsejó lacónico.

—Oh, pero…

—Es seguro que no le molestaría…

—Es una dama muy bella, señor Alfonso y…

—Sí, lo es. Las preguntas personales no van a ser contestadas por ninguno de los dos —caminó por entre los periodistas sujetándola del brazo—. ¡Malditos sean! — murmuró entre dientes.

Paula tenía que correr para ir a su paso. Dejaron atrás a los reporteros.

—Perdóname si te he avergonzado.

—¡No me has avergonzado! —contestó irritado—. Vámonos de aquí —miró alrededor buscando una salida.

—¡Señor Alfonso!…

Él se volvió con tal brusquedad que haló a Paula.

—Pensé que les había dicho…

—Soy Germán Parker, señor Alfonso… el señor Smythe me envió —el hombrecito explicó de prisa mirando a Pedro aprensivo.

—Lo siento —Pedro suspiró—. Vámonos, Paula.

Ella lo siguió como en un sueño y entró en la parte de atrás de la limousine, que los esperaba, ayudada por Pedro quien de pronto se mostró preocupado. El otro hombre se sentó junto a él a la vez que el conductor ponía el equipaje en el coche incluyendo el enorme oso de Paula.

Al parecer, Pedro y el hombre tenían mucho de qué hablar. De la conversación, Paula concluyó que Germán Parker era un empleado de la galería donde la exhibición de Pedro  iba a presentarse y que Matías Smythe era el propietario de la misma.

—Él sintió mucho no poder venir a recibirlo —dijo Germán Parker—, por desgracia, la señora Smythe escogió esta mañana para dar a luz a su primogénito. ¡Qué contrariedad!

Paula observaba que Pedro trataba de ocultar su sonrisa mientras formulaba una respuesta adecuada. Era evidente que el gusto de Germán Parker no se inclinaba por las mujeres y que la llegada de un bebé, significaba un problema para él.

—Ya están registrados en el hotel como usted lo pidió, señor Alfonso —dijo emocionado. Era un hombre de edad mediana, de cabello castaño y vestido de manera meticulosa. Esto hizo que Paula se preguntara qué haría este hombre con la manera de vestir de Pedro  en Canadá—. Una suite —añadió mirando a Paula con curiosidad.

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