domingo, 19 de junio de 2016

Propuesta Arriesgada: Capítulo 48

Melanie y Jonathan todavía estaban despiertos cuando Paula y Pedro regresaron al rancho.

—¡Dios mío! —Melanie sonrió al ver a Paula con tantos juguetes—. No necesito preguntar si les fue bien.

—¡Fue divertidísimo! —comentó Paula.

—Aquí tienes —Pedro le dió a Melanie unas palomitas con caramelo—. Sé que eres fanática de ellas.

—Oh, gracias —ella lo abrazó.

—¿Estás tratando de hacer que mi esposa engorde? —Jonathan reía a la vez que Melanie lo miraba indignada—. No te preocupes, mi vida, tú nunca engordarás.

—¿No les molesta si me voy a acostar? —Paula preguntó—. Me siento cansada.

—Yo ya me tengo que ir —Pedro contestó—. ¿Vienes a despedirme?

—Pues… sí —miró de reojo a Melanie y a Jonathan. Era evidente que todavía quería guardar las apariencias.

—¿De verdad te divertiste? —le preguntó junto a la camioneta.

—¡Fue divertido! —movió la cabeza afirmando.

—Me alegro mucho —la tomó por los hombros—. Buenas noches, Pau, pasaré por tí mañana a las diez —la besó en los labios—. Esta es tu última noche en Canadá después de una estancia no muy agradable, ¿verdad? —inquirió con tristeza, con la frente apoyada en la de ella. ¿Cómo decirle, que lo que quería era quedarse con él el resto de sus días?

—No mucho. Pero tú has sido muy amable.

—¡Amable! —refunfuñó—. Sabes muy bien que no he sido amable, que yo…

—Todavía no quiero hablar de lo de la otra noche, Pepe —se separó de él.

—No, veo que no quieres —él suspiró—, creo que yo tampoco, hasta mañana.

—Sí —ella se volvió y entró en la casa antes que él se fuera.

—¿Está todo bien? —Melanie preguntó comiendo sus palomitas.

—Sí —sonrió—, buenas noches —se apresuró a retirarse preguntándose si algún día dejaría de sufrir.

Ya estaba en la cama fingiendo que dormía cuando Melanie llamó a la puerta y entró.

—Dime, ¿te sientes mal?

—Sólo estoy cansada.

—¿Estás segura?

—Sí —asintió sin atreverse a decir que estaba a punto de llorar.

—Tú y Pepe, ¿han discutido?

—No.

—No me refiero a esta noche, Paula —Melanie se sentó a la orilla de la cama—, antes, no es común que Pepe ignore así a un huésped, y…

—Yo no soy exactamente un huésped —contestó con frialdad.

Las mejillas de Melanie se encendieron un poco.

—Me dí cuenta de ello, lo que pasa es que…

—Yo preferiría no hablar de eso.

—Está bien —Melanie se levantó—. Pero… bueno, estoy segura de que lo que haya sido. Pepe hubiera querido que no hubiese ocurrido.

Estaba en lo cierto. Paula casi se quedó sin habla con la ironía de la vida. Melanie había querido reconfortarla y lo único que había hecho era hacerla sentirse peor.

—Sí, estoy segura. No te preocupes, Melanie, nosotros lo arreglaremos.

—Eso espero —Melanie frunció el ceño—. Me molesta verlos tan tristes a los dos.

Paula estuvo despierta un rato, temía al viaje del día siguiente más no al vuelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario