miércoles, 29 de junio de 2016

La Usurpadora: Capítulo 21

Paula deseó poder compartir el entusiasmo de su hermana, pero aún había demasiado que quería saber, para poder comprender. Incapaz de contestarle a Priscilla, sólo le agarró una mano y se la apretó.

—Cuando Alejandra se enteró —prosiguió Miguel con voz ronca—, terminó en ese instante nuestro matrimonio y no quiso volver a tener nada que ver conmigo. Seguimos viviendo juntos, pero sólo por los bebés luego, Alejandra conoció a Manuel— tragó con fuerza—, y se enamoraron cuando el vino por asuntos de negocios. Alejandra quería regresarse a Estados Unidos con él, junto con las gemelas. Yo no podía permitirlo… y ella… ella no quería irse sin ellas.

—¡Al final llegaron a un acuerdo! —terminó Paula con agudeza—. Nos separaron a Priscilla y a mí, y cada uno se quedó con una hija.

—Trata de entender… —su padre la miró suplicante.

—No hay nada qué entender —espetó furiosa—. Usted y mi madre nos separaron en forma egoísta a mí y a mi hermana, porque ninguno de los dos quiso dar su brazo a torcer. ¡Dios mío, me repugna! —casi gritó.

—¡Paula! —intervino Pedro—. ¡No, Paula!

Ella lo miró con lágrimas en los ojos.

—Sé qué usted tiene buenas intenciones —casi se ahogó—, pero jamás podré olvidar lo que ellos hicieron —corrió hacia la puerta—. Lo siento, Priscilla, te llamaré.

—¡Paula! —Pedro la asió de un brazo—. Tu padre…

—¡No! ¡No lo llame así! Manuel fue mi padre. Jamás me hirió como el señor Chaves lo hizo. Ahora, déjeme ir, por favor.

La miró con compasión.

—Te llevaré a tu casa si quieres marcharte, ¿está bien?

—Yo… no…

—Sí —insistió.

—¿Quieres que vaya contigo? —preguntó Priscilla.

—No, quédate con tu padre —le aconsejó Pedro.

—¿Podríamos irnos enseguida? —inquirió Paula—. Antes que me porte como una tonta y me desmaye.

—Paula…

—Ahora no, Miguel —Pedro lo interrumpió—. ¿No ves lo que le hiciste? No digas más, salgamos de aquí —le dijo a Paula.

Paula se acurrucó en un rincón del Rolls Royce, sin importarle a dónde la llevaba. ¡Pensar que su madre, una mujer a la que siempre amó y admiró hubiera cometido tal atrocidad! ¿Cómo podían dos personas hacerle eso a criaturas inocentes, cambiando por completo sus vidas?

—En realidad yo no tenía la menor idea —Pedro rompió el silencio—. Parece increíble pensar que he conocido a Miguel todos estos años y que él ocultara ese secreto.

—Yo conocí a mi madre toda mi vida —dijo la chica con amargura—, y jamás la hubiera creído capaz de algo así.

—Era muy joven, sólo tenía tu edad…

—¿Cree que yo podría hacer algo así? —le preguntó furiosa.

—¡No, no creo que pudieras! Pero ponte en su lugar, Paula. Estás casada con un hombre a quién ya no amas, tienes dos hijos de él. De pronto, conoces a un hombre del que te enamoras y quieres estar con él, pero tu marido se niega a dejar a sus hijos, ¿qué harías?

—Yo… bueno es que… debió dejar que mi madre se quedara con las dos — declaró—, fue puro egoísmo…

—¿No fue egoísmo de tu madre querer a ambas niñas para llevárselas a miles de kilómetros de distancia? Ella ya tenía al hombre que amaba, tu padre se quedaba sin nada.

—Él… yo… ¡separarnos no era la solución!

—De acuerdo, ¿pero cuál era? ¿Puedes decírmelo?

—No… —aceptó por fin Paula y se mordió el labio inferior.

—Tú padre ha sufrido por esa falla en su relación.

—¿Cómo? —inquirió con desdén.

—Al seguir amando a tu madre todos estos años.

—Pero él dijo…

—¿Sí? En ningún momento dijo tu padre esta tarde que no amaba a tu madre. Tuvieron un desacuerdo momentáneo, porque como mucha gente joven se preguntan cómo lograrán subsistir al empezar una familia. A menudo es una época de mucha tensión. Tu madre logró enfrentarse a la situación haciendo planes para el nacimiento de su bebé, tu padre se enfrentó a la situación…

—¡Teniendo una aventura!

—Estando con una mujer que tal vez escuchaba sus angustias…

—¡Entre otras cosas!

—Acepto que no fue una cosa muy sensata, pero los humanos no somos infalibles. Cuando era demasiado tarde para salvar el matrimonio o revivir el amor que tu madre le tuvo, se dió cuenta de lo mucho que la amaba. Y ha seguido amándola. El enterarse de su muerte le afectó muchísimo.

Paula deseó poder sentir compasión por su padre, pero aún le tenía resentimiento.

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