miércoles, 22 de junio de 2016

Propuesta Arriesgada: Capítulo 59

—Esa era la idea —él suspiró.

—Estoy segura de que lo era —contestó irritada—. Pedro Alfonso, el gran amante —dijo con desprecio.

—No fui tan grande contigo, ¿o sí? Ni siquiera querías mirarme después de eso.

Las mejillas de Paula se encendieron.

—Y todo lo que tú pudiste decir fue que lo lamentabas.

—¿Qué más podía hacer? Ya era demasiado tarde.

—Demasiado tarde.

—¡Maldición! ¡Me jugué todo en ese cuadro! Pensé que te diría…que te mostraría…

Paula frunció el ceño, no entendía el dolor en la voz de Pedro, él emitió un suspiro y sacudiendo la cabeza preguntó:

—¿Recuerdas que no podía pintarte? Bueno, después de hacerte el amor, supe por qué.

—Lujuria —contestó con desdén.

—No —negó disgustado—. Verás, seguí trabajando en el rostro primero… no me atrevía a pintar tu cuerpo —añadió con tristeza—. Pero me resultó imposible pintar tu rostro. No hay expresión alguna que me guste más que las otras, no había manera de que pudiera pintar el rostro de la mujer que yo amaba, porque amaba cada gesto, cada sonrisa. Aun ahora la pintura no tiene rasgos definidos.

—Pedro, no entiendo nada de esto. ¿Estás diciendo que me amas?

—Tú bien sabes que te amo.

—No…

—Por supuesto que lo sabes.

—No… yo… ¿Desde cuándo me amas?

—Desde siempre.

—¿Hablas en serio, Pepe?

—Sí, no puedo recordar un momento en que no te haya amado.

—Cuando hicimos el amor…

—¡Dios mío! ¡Cuánto te amaba entonces! Y tú odiabas mi presencia, había estado luchando por hacerte el amor, por eso tenía que pasar tantas horas en el estudio y cuando fuiste a mí aquella noche, ya no pude luchar más. Te quería, deseaba amarte, no podía contenerme.

—Pero yo no quería que lucharas contra eso, Pepe… Te amo… te he amado desde que te conocí.

Él miró ansioso el rostro de la joven y la tomó por los hombros.

—No estás jugando conmigo, ¿verdad? —preguntó incrédulo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario