domingo, 19 de junio de 2016

Propuesta Arriesgada: Capítulo 45

—¿Cuándo puedo regresar al bungalow? —preguntó emocionada—. Estoy consciente de que lo que Pepe quiere por el momento es dormir, pero vendrá por mí después de la cena, ¿no es cierto?

—Pues…

Ella ocultó su desaliento al ver la negativa en el rostro de Jonathan.

—Bueno, pues si viene mañana, me da lo mismo, yo…

—Paula, Pepe no va a venir por tí.

—¿No va a venir? —parpadeó, sorprendida—. Entonces, ¿tú vas a llevarme?

—Pepe pensó que era mejor que te quedaras aquí —dijo con amabilidad.

—Él no me quiere junto a él —se irguió, conteniendo un suspiro—, bueno, entonces me quedaré en algún motel del centro.

—¡Por supuesto que no! —Melanie exclamó indignada—. No quiero que vuelvas a decir eso.

—Tampoco yo —dijo Jonathan  con firmeza—. No es cuestión de Pepe que no quiera que estés con él, Paula. Va a estar ayudando a limpiar el desastre que el fuego causó, no estará en casa y cuando esté dormirá —añadió cuando ella iba a protestar—. Si te vas de aquí, irá a buscarte —le advirtió.

Lo haría, se sentía responsable de hacerla regresar a Inglaterra.

La esperanza de Paula de ver a Pedro el sábado antes de ir a Inglaterra, se había esfumado, sin embargo, luego supo que sí lo vería.

—Pepe vendrá a cenar hoy —comentó Melanie mientras preparaba la carne para la cena.

—¿De veras? —nerviosa, se humedeció los labios.

—Será muy agradable, ¿no? —Melanie le sonrió animada.

—Ya lo creo —Paula se esforzó por aparentar indiferencia.

No había duda de que Melanie y Jonathan sabían lo que sentía por Pedro. Cuando lo escuchó llegar, se quedó a propósito en su habitación. Melanie y Jonathan podían saber de su amor por él, pero Pedro no se enteraría, de eso estaba segura.

Entró en la antesala diez minutos después y lo miró con disimulo. Lo vió tan apuesto que contuvo el aliento, aunque estaba cansado.

—Estás muy hermosa —Pedro le dijo en voz baja.

—Gracias, quisiera poder decir lo mismo de tí…

—Tan honesta como siempre, ya veo —contestó, riendo.

—Claro —ella se sentó a su lado cuando Melanie y Jonathan se retiraron con el pretexto de cocinar.

—Creo que están siendo discretos —comentó Pedro.

—¿Sí? —fingió desinterés—. No sé por qué.

—¿No sabes? —la voz de él era ronca.

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