lunes, 20 de junio de 2016

Propuesta Arriesgada: Capítulo 54

—Germán Parker…

—No, ni Matías tampoco. Nadie de la galería, de otra manera no tendría mis pinturas. Alguien del hotel sacó dinero de ese cuento —dijo con severidad.

—Tú no hiciste que…

—No, no hice que lo despidieran —dijo burlón—. Se tuvo que enfrentar al gerente del hotel.

—En otras palabras, fue despedido —Paula dijo con frialdad.

—No tengo idea, pero si yo estuviera en su lugar, eso haría. Un lugar como ése no puede tener gente en quien no se puede confiar.

—Supongo que no —concurrió de mala gana—. ¿Adónde vamos?

—A mi hotel.

—¡No!

—Sí. Quiero hablar contigo y no intento hacerlo en un coche.

Paula se quedó en silencio y permitió que Pedro la tomara del brazo cuando entraron en el hotel y subieron en el elevador a la suite. Ella le debía al menos una conversación, después de eso no lo vería nunca más.

—Ahora dime —la hizo volverse tan pronto como entraron en la suite—. ¿Por qué me abandonaste?

—No te abandoné.

—No sé entonces cómo podrías llamarlo —explotó, mirándola furioso—. A menos que digamos que corriste de mi lado.

Ahora sí se parecía más al Pedro de Canadá. Llevaba pantalones negros y una camisa verde. A Paula todavía se le hacía increíble que ella y este hombre habían hecho el amor, que Pedro la había seducido y que por eternos minutos habían sido una sola persona. No había indicio de que Pedro quisiera recordar esos momentos ya que seguía mirándola furioso.

—Está bien, así que no pudiste soportar más estar junto a mí —empezó a caminar por la habitación—. Pero no tenías por qué irte sin avisarme, escaparte cuando yo estaba fuera.

—Te dejé una nota.

—¡Oh, sí! "Adiós Pepe, gracias". ¡Muy explícita!

—No tenía más qué decir —Paula levantó los hombros.

—No —él suspiró—, supongo que no, pero, ¿por qué no me llamaste al menos para decirme que estabas bien?

—Porque…

—Porque no estás bien, tú…

—¿Vas a dejarme hablar o no? —los ojos de ella brillaron—. Tengo diecinueve años y en este país eso significa que soy un adulto.

—Pues no actúas como tal.

—¿No? —la voz de Paula se quebró—. ¿No consideran prudente salir de una situación que sólo era vergonzosa para los interesados?

Parecía que él luchaba consigo mismo ya que varias veces estuvo a punto de hablar y después cambió de opinión.

—¿Cómo me encontraron?

—Con mucho trabajo. Podías estar muerta en cuanto a lo que se sabía de tí—él temblaba.

—Pepe…

—Te busqué en los hospitales…

—Oh, Pepe no tenias necesidad…

—¡Claro que lo necesitaba! Tú eres mi responsabilidad.

—Pues yo no quería serlo, no quiero serlo. Tengo un lugar dónde vivir, un empleo, estoy bien. ¿Satisfecho? —preguntó con amargura.

—¿Has comido bien?

—Por amor de Dios —se dirigió a la puerta—. ¿Cuantas veces tengo que decirte que no soy Sabrina? Como, duermo, estoy sobreviviendo sin que el gran Pedro Alfonso esté cuidando de mí a cada momento. ¿Ya me puedo ir?

—¡Pau. . !

—¿Puedo irme? —repitió con firmeza.

—Supongo que sí —suspiró derrotado.

Ella se volvió vacilante hacia la puerta.

—Que tengas buena suerte en tu exhibición.

Él la miró.

—¿No irás?

Ella levantó los hombros.

—Si tengo tiempo, tal vez.

—Mañana en la noche, tengo una exhibición privada para los críticos, compradores y para algunos amigos, quiero que tú estés ahí.

—No…

—Sí. No es mucho lo que te pido, ¿verdad?

Ella evitó la mirada escrutadora, no quería mostrarle "cuánto" significaba para ella lo que pedía.

2 comentarios:

  1. Pero qué vuelteros que son, por qué no se dicen lo que se aman???

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  2. Ay! estos chicos me ponen nerviosa! Por qué Pedro no le dice lo que siente! Muy buenos capítulos!

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