La apariencia de Pedro la mañana siguiente la sorprendió un poco. Parecía más el artista famoso que era. Tampoco conducía la camioneta sino el auto deportivo, por primera vez desdeque Paula había estado ahí. Puso la maleta de la joven en la parte de atrás junto con lasuya y el enorme oso ocupaba todo el lugar.
—¿De verdad quieres llevar eso?
—¡Por supuesto que sí! —exclamó, indignada.
—¿Y esto? —levantó el sombrero de paja que le había dado la noche anterior.
—Sí —llevaba todo lo que él le había dado, incluyendo la experiencia más maravillosa de su vida, aunque ésta debía quedar en su memoria.
Pedro levantó los hombros.
—Bueno, vámonos; nuestro avión sale en menos de dos horas.
Era difícil decir adiós a Melanie y a Jonathan sabiendo que no los iba a ver más, aunque Melanie le había prometido que se escribirían.
Viajar en avión acompañada por Pedro Alfonso fue una experiencia. Desde el momento que se registraron, Paula se dió cuenta de lo que era ser famoso. Se le indicó la sala de primera clase… se les sirvieron bebidas hasta el momento de abordar. La sonrisa de la azafata era cálida y ella misma los escoltó hasta sus asientos.
—Si necesitan algo, sólo avíseme —le dijo a Pedro con suavidad.
—¡Sí, claro! —refunfuñó Paula cuando la chica se alejaba, él la miró.
—¿Qué dijiste?
—Nada —contestó, irritada.
—Pensé que habías dicho algo.
—Pues no. ¿No te molesta si tomo una siesta? Me siento cansada.
—Pero si te acabas de levantar.
—Pues me siento cansada —los celos la corroían.
—¿Has comido bien? Melanie me dijo que sí, pero…
—¿Me estuviste vigilando por medio de ella?
—Sólo pregunté.
—Sí, lo hiciste —lo miró furiosa—. ¿Cuándo te convencerás de que no tengo esa maldita enfermedad? No soy tu hermana, soy Paula Chaves y no necesito que me estés vigilando cada minuto.
—Es evidente que no.
—¡Por supuesto que no!
—Entonces en eso quedamos.
—¡Sí!
Se miraron con odio. ¿Qué pasaría después? Paula no tenía idea, pero la azafata se acercó para ofrecerles champaña. ¡Champaña a las once y media de la mañana! Paula no aceptó y se volvió, cerrando los ojos. Pero estaba despierta escuchando los intercambios de coquetería entre la azafata y Pedro. Hablaron poco durante el viaje.
Al salir de la aduana en el aeropuerto Heathrow fue otro descubrimiento para ella. Por el trato preferencial que Pedro había recibido en el avión, la presencia de la prensa en el aeropuerto no debía haberla sorprendido tanto. Luces brillaban, los fotógrafos tomaban fotos mientras Pedro era bombardeado con preguntas. Todo el tiempo la tenía tomada del brazo y se negaba a dejarla alejarse de su lado.
Ayyyyyyyyyy, pero qué tontos, por qué no se dicen lo que se aman???!!!! Muy buena la maratón.
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