viernes, 21 de agosto de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 3: Capítulo 57

Dani no supo cómo interpretarlo. ¿Estaba coqueteando con ella? Si estaba haciéndolo, ¿qué le parecía a ella?
—No estás casado…
—Tú tampoco.
—Lo estuve. Acabo de divorciarme.
—¿Lo has pasado mal? —preguntó él con cierta compasión.
—No peor que cualquier otra, estoy segura. Martín no era un mal tipo —Dani hizo una pausa—. Espera un segundo. ¿Sabes una cosa? Sí, era espantoso.
Le explicó cómo se conocieron Martín y ella en la universidad y que en el último curso él se lesionó jugando al fútbol americano.
—Estuve a su lado durante la operación y la rehabilitación. No pedía nada a cambio, pero allí estuve. Lo amé aunque sabía que se quedaría paralítico de cintura para abajo y que nunca más volveríamos a tener una relación normal. Quise casarme con él.
—¿Qué pasó?
—Nos casamos. Me empeñé en que se licenciara y siguiera su formación. Al final, consiguió un puesto de profesor universitario y yo empecé a trabajar en Burger Heaven. Creía que éramos felices.
Naturalmente, no lo eran, pero ella pensó que sus problemas eran como los de cualquiera. Algo de aburrimiento, demasiados fines de semana que pasaban haciendo cosas distintas…
—No era perfecto —siguió ella—. pero pensé… Estaba equivocada.
—¿Pidió el divorcio?
—No sólo eso. Me dijo que yo no había madurado como persona. Que no me había mantenido a su lado. Fue humillante.
Dani se acordó de que quiso gritar por lo injusto de la acusación. Quiso recordarle que había pasado todo su tiempo libre cuidándolo y manteniéndolos a los dos. Si no había madurado, había sido porque había estado partiéndose el espinazo por él.
—Peor —siguió ella—. Un desastre absoluto. Él había tenido una aventura con una de sus alumnas, o más, no lo sé.
—Lo siento —Marcos le tomó la mano.
Ella se lo permitió y miró los dedos entrelazados. Su contacto era agradable, se sentía segura. No hubo el más mínimo estremecimiento, pero después de lo que había vivido, había decidido que la atracción sexual estaba sobre valorada.
—Te olvidarás de él —la tranquilizó Marcos—. Te repondrás.
—He olvidado a Martín, pero la cosa no acaba ahí.
—¿No? ¿Qué pasó?
—El clavo para sacar otro clavo. Ryan. Era perfecto. Era encantador, guapo, cariñoso y todo lo que necesitaba para olvidarme de Martín. Sabía exactamente qué decir y cómo decirlo.
—¿Cuál era el inconveniente?
—Estaba casado. Una comadreja mentirosa y farsante. Pensé pegarle un tiro, uno de mis hermanos fue marine…,pero lo dejé vivir.
—Seguramente, hiciste bien. No te gustaría la cárcel.
—Al menos, me ahorraría mi desastrosa vida amorosa.
—Es una historia extraordinaria —dijo él.
—Efectivamente, no creo que puedas igualarla.
—No. Y ahora, ¿qué?
—Ahora busco un trabajo y a mi padre. Fundamentalmente, por tu culpa. No paras de hablarme de lo importante que es una familia y tengo que buscarla. No sé ni por donde empezar.
—¿Lo has intentado con un detective?
—No lo había pensado. A lo mejor sirve de algo. No tengo muchos datos, pero…
—Puedo darte un par de nombres. Los dos son muy buenos.
Ella se soltó la mano.
—¿Cómo es posible que alguien que da clases de teología y matemáticas conozca detectives?
—Soy un hombre de recursos.
—Eso parece. Más bien, es evidente. Me vendrán bien esos nombres.
Él sacó un bolígrafo del bolsillo de la chaqueta y le pasó una servilleta.
—¿Por qué no me das tú número de teléfono y te llamo para darte la información?
Quince minutos antes, ella no lo habría dudado. Marcos el homosexual no era un peligro, pero si no lo era, las cosas eran distintas. Podría llamarla para invitarla a salir…
Dani no sabía qué pensar. Meterse en una historia debería estar prohibido para ella. Sin embargo. Marcos le caía bien y nada hacía pensar que pudiera ser una amenaza. Aunque los vecinos de los asesinos en serie siempre decían que eran tipos muy simpáticos… Aun así, apuntó el número de su teléfono móvil y se lo dió. Algunas veces había que dar una oportunidad a los demás.

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