domingo, 9 de agosto de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 3: Capítulo 16

Paula se quedó atónita al ver a una mujer merodeando por el porche de Gloria. En esa zona de Seattle, las casas eran auténticas mansiones, con un césped perfecto y nadie merodeaba.
—¿Desea algo? —preguntó Paula con los brazos cruzados.
La mujer iba impecablemente vestida y parecía normal, pero Paula tuvo un mal presentimiento que no pudo explicarse.
—Hola, me llamo Cassandra —la mujer sonrió—. Los amigos me llaman Cassie. Soy periodista y hace poco escribí un artículo sobre Pedro Alfonso.
No hacía falta explicar de qué artículo se trataba.
—¿Un artículo? ¿Así lo llamas?
—Vaya —la mujer sonrió con afectación—, eres una de sus admiradoras…
Ella estaría más o menos embelesada por Pedro, pero no estaba dispuesta a reconocerlo. Además, no se trataba de sus sentimientos sino de utilizar la posición de uno para denigrar a una persona casi inocente… Bueno, inocente.
—¿Te parezco una de sus admiradoras? —preguntó ella abruptamente—. En realidad sólo soy una persona que se pregunta cuáles son los criterios del periodismo actual. Hay una diferencia entre ser periodista y ser perverso. Publicaste lo que publicaste por ser mujer. Si la situación hubiera sido a la inversa, el artículo no existiría.
—Es posible —Cassie se encogió de hombros—, pero estoy sacando mucho partido de la historia. Todo es verdad. Fue una nulidad en la cama, pero, como dije, sólo es mi opinión. Parece que otras no están de acuerdo. ¿Está él en casa?
—No sé de qué estás hablando —contestó Paula sin dejar de mirar a la mujer.
—No puedo encontrarlo por ninguna parte y no creo que se haya ido de Seattle. No puede esconderse en muchos sitios…
—¿Qué me dices de alguna de sus admiradoras?
—¿Pedro comprometido con una sola mujer? —Cassandra se rió—. No lo creo.
Paula opinaba casi lo mismo, pero iba a pasarlo por alto por el momento.
—Estás en una propiedad privada. Por favor, márchate.
—Claro. No te preocupes. Por cierto, ¿pasas mucho tiempo en Internet?
—No…
—Entonces, seguramente no hayas visto esto.
Cassie le dio unas fotos. Paula las miro sin pensar y deseó no haberlo hecho. Era media docena de imágenes de Pedro manteniendo relaciones sexuales. En cada foto se veía a Pedro con la misma mujer. Eran descarnadas, explícitas y con bastante grano, pero transmitían el mensaje: le encantaban las mujeres.
Se las devolvió haciendo un esfuerzo para no inmutarse. Se sentía como si tuviera que lavarse las manos.
—Gracias, pero nunca veo estas cosas antes del desayuno.
—Están en Internet. Hasta un niño de diez años podría bajarlas. ¿Estás segura de que quieres protegerlo? Deberíamos juntarnos para hacer frente a hombres como Pedro Alfonso.
Ella negó con la cabeza a pesar de las náuseas.
—No me interesa juntarme contigo contra nadie.
Paula esperó a que Cassandra se marchara para entrar en la casa. Seguía sintiendo náuseas. Eran unas fotos espantosas. ¿Sabría algo Pedro? ¿Había posado? Prefería creer que las habían sacado sin su conocimiento, pero no podía estar segura. Casi no lo conocía. Que quisiera que fuese una buena persona no significaba nada. A juzgar por la vida que llevaba, era más probable que fuese culpable. Eso debería acabar con su embeleso. No lo haría, pero debería.
—Tienes que andar —dijo Paula mientras agarraba a su paciente con las dos manos—. Hasta el otro lado de la habitación.
—No pienso —replicó Gloria—. Bastante tengo con ese fisioterapeuta. Al menos, él sabe lo que hace.
—O haces la fisioterapia y te mejoras o te metes en la cama y te mueres.
—No dejas de amenazarme con la muerte, pero sigo de pie.
—A duras penas —Paula la miró agarrada al andador—. ¿No quieres tener fuerzas para pegarme una patada en el trasero?
—Lo que quiero es librarme de tí. ¡Lárgate!
Paula  no le hizo caso y dio una palmada en la cama.
—Ocho pasos —la animó jovialmente—. Siete si no te tambaleas.
—No me tambaleo —el tono de Gloria fue gélido.
—A mí me lo parece.
—Te detesto con toda mi alma —dijo la anciana.
—Estoy segura, pero camina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario