viernes, 14 de agosto de 2015

Tentaciones Irresistibles Parte 3: Capítulo 37

—Obedecemos —le saludó Agustín—. Gloria nos ha llamado para que vengamos.
—¿Estás seguro de que hablaba de los dos? —preguntó Clara mordiéndose el labio inferior—. Estoy segura de que se refería a tí. Yo le caigo mal y ella me parece aterradora.
Agustín sonrió a su mujer.
—Si quieres, puedes esperarme con Pedro. No voy a obligarte.
—Claro que no —ella suspiró—, no eres de esos. Pero como eres tan considerado, me da rabia tener miedo. Te acompañaré y seré cortés. Puedo hacerlo. Crecí entre gente muy cortés.
Pedro pensó tranquilizar a Clara y decirle que Gloria había cambiado un poco, pero no estaba seguro de que el cambio hubiese durado y decidió no decir nada.
—Puedo acompañarlos si quieren —se ofreció—. Si la cosa se pone fea, me llevaré a Clara para que no tengas que matar a la abuela.
—Me parece una buena idea —dijo Agustín—. ¿Qué tal te va la vida?
—Sigo haciendo un inventario de daños —contestó Pedro mientras pasaban al recibidor—. Cada día aparece una mujer nueva para decir que ella no sintió nada. Es humillante, pero es una distracción. He despedido a mi representante y estoy repasando las cajas que me mandó. Hay muchas peticiones y cartas sin contestar. No soporto saber que hay niños que me consideran un imbécil.
—¿Qué vas a hacer para arreglarlo? —preguntó Agustín.
—Sigo pensándolo.
Paula alisó las sábanas de la cama de Gloria y las remetió mientras deseaba no estar tan trastornada. Había pasado dos días intentando evitar a Pedro. Después del beso, no sabía qué decirle. Además, tampoco se había encontrado con él y eso hacía que lo echara de menos, lo que la sacaba de sus casillas. No soportaba pensar que por un roce de labios hubiera pasado de ser una mujer juiciosa y con dominio de sí misma a convertirse en una especie de adolescente que suspiraba por ver al hombre de sus sueños. El día anterior había ido a correr por la mañana y por la tarde para intentar cansarse y así poder dormir. No dio resultado. En cuanto cerraba los ojos, veía su rostro y sentía la húmeda calidez de sus besos. Se quedó casi toda la noche despierta reviviendo aquellas sensaciones una y otra vez.
—Señoras —dijo Pedro al entrar en la habitación—. tenemos compañía. —Gloria guiñó un ojo a Paula—. Mi hermano. Dos por el precio de uno, naturalmente, tiene pareja.
Paula quiso decir algo, pero no pudo. Con un par de frases la había dejado sin poder articular palabra. Era humillante.
Otro hombre entró en la habitación. Su parecido con Pedro le permitió adivinar el parentesco. Lo acompañaba una mujer atractiva con una melena larga y castaña y los ojos azules.
—Han venido… —los saludó Gloria—. Agustín, Clara, me alegro de verlos. Les  presento a Paula, una de mis enfermeras. Paula, mi nieto y su novia. ¿Has traído a tu adorable hija, Clara? Perdóname, pero no me acuerdo de su nombre.
—Luz—respondió Clara  con expresión de perplejidad—. Está en el colegio.
—Mala suerte. A lo mejor puede venir la próxima vez. Los niños aportan mucha energía positiva a una habitación.
Paula vió la expresión de asombro infinito de todos y comprendió que tenía que irse. Gloria estaba poniendo en práctica sus propósitos. Tardaría algún tiempo en convencer a su familia de que el cambio era sincero, pero confió en que lo conseguiría.
—No le has dado un porrazo en la cabeza, ¿verdad? —preguntó Pedro mientras salía con ella—. He revisado la medicación para cerciorarme de que no estabas drogándola.
Paula intentó pasar por alto su proximidad y la calidez de su aliento.
—¿Por qué no aceptas sencillamente que ha querido cambiar?
—Deberías haber venido antes —dijo él—. La vida habría sido mucho mejor. La última vez que Gloria vio a Clara, la amenazó con expulsarla y hacer que la detuvieran. Sólo porque se había atrevido a salir con Pedro.
—Ya no es así.
Cuando entraron en la cocina, Paula se puso detrás de la mesa con la intención de que una barrera física la ayudara a conservar el dominio de sí misma, pero Pedro le tomó la mano.
—Es por tí. Tú eres el motivo del cambio.
Era difícil pensar con sus dedos en contacto con los de él.
—Ella tomó la decisión. Yo sólo le hice ver que ser amable podría beneficiarla.
—¿Por qué no quieres aceptar tu mérito?
—No hay tal.
Ella se zafó de su mano y retrocedió un paso. No quería seguir allí con él mirándola como si le importara. Como si ella fuera alguien especial en su vida. ¿Cómo iba a creérselo?
¿Por qué tenía que ser Pedro? ¿Por qué no sentía una atracción física tan fuerte por otro hombre? Alguien que no estuviera tan lejos de su alcance. Le daba igual no conseguir a Pedro, lo que no soportaba era dar pena; que si alguna vez él se daba cuenta de lo cautivada que estaba, sintiera compasión de ella.
Agustín apareció al cabo de unos minutos a buscar café.
—Si no lo hubiera visto, no me lo habría creído —dijo a Pedro.

2 comentarios:

  1. Nunca pensé que tendría la posibilidad de leer el cambio de la vieja Gloria. Espectaculares los 5 caps Naty.

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  2. Muy buenos capítulos! paula logró cambiar a Gloria???!!! wow! ojalá le dure...

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